sábado, 27 de noviembre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura del libro del

Apocalipsis del apóstol san

Juan (22, 1-7)

El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, el río del agua que da la vida, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En el centro de la plaza de la ciudad y en cada lado del río, crecía un árbol de la vida, que daba doce cosechas al año, una cada mes, y sus hojas sirven para dar la salud a las naciones. Ahí no habrá ya ninguna maldición.

En la ciudad estará el trono de Dios y el del Cordero, y sus servidores le darán culto, lo verán cara a cara, y llevarán su nombre en la frente. Ahí no habrá ya noche ni habrá necesidad de lámparas o de sol, porque el Señor Dios los iluminará con su luz y reinarán por los siglos de los siglos.

Luego el ángel me dijo:

“Estas palabras son verdaderas y dignas de crédito. El Señor Dios, que inspiró a los profetas, ha enviado su ángel para comunicar a sus servidores lo que tiene que suceder en breve.

Ya estoy a punto de llegar. Dichoso quien le hace caso al mensaje profético contenido en este libro”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 94

Demos gracias al Señor.

Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a él llenos de júbilo y démosle gracias.

Demos gracias al Señor.

Porque el Señor es un Dios grande, es un rey más grande que todos los dioses: en sus manos están los abismos de la tierra y son suyas las cumbres de las montañas; el mar es suyo, pues él lo hizo, y también la tierra, pues la formó con sus manos.

Demos gracias al Señor.

Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues él es nuestro Dios y nosotros, su pueblo, él nuestro pastor y nosotros, sus ovejas.

Demos gracias al Señor.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (21, 34-36)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra.

Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexión

El texto que leemos hoy es una exhortación a todos los cristianos a estar vigilantes, atentos, despiertos, en pie de misión, preparados en todo momento para la venida del Señor Jesús. Por lo que nos expresa el texto leído, la comunidad lucana atravesaba una fuerte crisis, causada por la espera larga de la venida definitiva de Jesús a la comunidad creyente (Parusía), lo cual era motivo para el desánimo, la desesperanza, el descuido en la tarea misionera encomendada y en la práctica de la caridad con los hermanos. Estas palabras, puestas en boca de Jesús, son un llamado de atención y a la vez una motivación para continuar creyendo y viviendo el estilo de vida propuesto por el Maestro, rechazando todo aquello que no va en consonancia con el proyecto de Dios y que debilita la esperanza en él: los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de la vida (v. 34). Dos actitudes son presentadas por Jesús como elementos fundamentales para poder mantener viva la esperanza: estar despiertos y orar constantemente (v. 36). El velar y el orar son constitutivos para todo aquél que asume como principio de vida los valores del Evangelio, pues éstos nos fortalecen y nos mantienen fieles a lo que profesamos, especialmente en los tiempos de crisis.

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