jueves, 11 de noviembre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a Filemón (7-20)

Querido hermano: Recibí gran alegría y consuelo, con motivo de tu caridad con los hermanos, porque gracias a ti se sienten reconfortados. Por eso, aunque como apóstol de Cristo tengo pleno derecho a ordenarte lo que debes hacer, prefiero pedírtelo en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero por la causa de Cristo Jesús, quiero pedirte algo en favor de Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado para Cristo aquí en la cárcel. El en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí. Te lo envío.Recíbelo como a mí mismo.

Yo hubiera querido retenerlo conmigo, para que en tu lugar me atendiera, mientras estoy preso por la causa del Evangelio. Pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que el favor que me haces no sea como por obligación, sino por tu propia voluntad.

Tal vez él fue apartado de ti por un breve tiempo, a fin de que lo recuperaras para siempre, pero ya no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como hermano amadísimo. El ya lo es para mí. ¡Cuánto más habrá de serlo para ti, no sólo por su calidad de hombre, sino de hermano en Cristo! Por tanto, si me consideras como compañero tuyo, recíbelo como a mí mismo.

Y si en algo te perjudicó o algo te debe, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, te lo pagaré, y esto lo firmo de mi puño y letra. Y eso para no mencionar que tienes una deuda conmigo, que eres tú mismo. Sí, hermano, hazme este favor por nuestra unión con el Señor, para que confortes mi corazón en Cristo.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 145

El Señor ama al hombre justo.

El Señor siempre es fiel a su palabra y es quien hace justicia al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al cautivo.

El Señor ama al hombre justo.

Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado.

El Señor ama al hombre justo.

A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.

El Señor ama al hombre justo.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (17, 20-25)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los fariseos le preguntaron a Jesús:

“¿Cuándo llegará el Reino de Dios?” Jesús les respondió:

“El Reino de Dios no llega aparatosamente. No se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, porque el Reino de Dios ya está entre ustedes”.

Les dijo entonces a sus discípulos: “Llegará un tiempo en que ustedes desearán disfrutar siquiera un solo día de la presencia del Hijo del hombre y no podrán. Entonces les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allá’, pero no vayan corriendo a ver, pues así como el fulgor del relámpago brilla de un extremo a otro del cielo, así será la venida del Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por los hombres de esta generación”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Los fariseos y los discípulos esperan la irrupción del reino de Dios de una manera violenta, en la que Dios se manifestará a través de fenómenos externos que cambiarán de manera definitiva el orden de las cosas, salvando así al pueblo elegido. Jesús es visto entonces como el gran Mesías esperado por todos, como aquél que instaurará poderosamente el reino de Dios una vez llegue a Jerusalén. Sin embargo, Jesús indica a sus discípulos que el reino ya está presente y en medio de ellos, no de manera extraordinaria, sino en la vida cotidiana de los que acogen el mensaje de Jesús. Prueba de ello es la sanación de los leprosos impuros y la actitud agradecida del samaritano que reflexionábamos ayer. La llegada definitiva del reino es impredecible, pero es necesario estar atentos, preparados, sin dejarnos confundir por los falsos mesías que proponen otros tipos de reino, muy contrarios a los valores de vida propuestos por Jesús. Vivir en forma coherente el reino trae como consecuencia el sufrimiento, la persecución e incluso la muerte, pues vivir el reino es estar en contra de todo proyecto que destruye la vida. Ese es el camino que debemos seguir como Iglesia, signo visible del reino en el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario