sábado, 6 de noviembre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a los filipenses

(4, 10-19)

Hermanos: Me he alegrado mucho en el Señor de que el interés de ustedes por mí se haya vuelto a manifestar. No es que no lo tuvieran, sino que les había faltado la ocasión de ayudarme. Y no se lo digo porque esté necesitado, pues he aprendido a conformarme con lo que tengo.

Sé lo que es vivir en pobreza y también lo que es tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo: lo mismo a comer bien que a pasar hambre; lo mismo a la abundancia que a la escasez. Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza. Sin embargo, han hecho ustedes bien en socorrerme cuando me vi en dificultades.

Ustedes saben, filipenses, que al comenzar a predicar el Evangelio, cuando salí de Macedonia, ninguna comunidad cristiana, fuera de ustedes, me brindó una ayuda económica a cambio de lo que habían recibido de mí. Pues, incluso cuando estaba en Tesalónica, en más de una ocasión me enviaron ayuda para aliviar mis necesidades.

No es que yo busque sus donativos; lo que me importa es que ustedes se hagan cada vez más ricos ante Dios. Tengo cuanto necesito y más de lo que necesito. Tengo de sobra con lo que Epafrodito me entregó de parte de ustedes, y que es para Dios ofrenda y sacrificio que él acepta con agrado. Y mi Dios, con su infinita riqueza, remediará con esplendidez todas sus necesidades, por medio de Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 111

Dichosos los que temen

al Señor.

Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos; poderosos serán sus descendientes. Dios bendice a los hijos de los buenos.

Dichosos los que temen

al Señor.

Quienes, compadecidos, prestan y llevan su negocio honradamente, jamás se desviarán: vivirá su recuerdo para siempre.

Dichosos los que temen

al Señor.

Firme está y sin temor su corazón, al pobre dan limosna, obran siempre conforme a la justicia; su frente se alzará llena de gloria.

Dichosos los que temen

al Señor.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (16, 9-15)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo. El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes.

Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero”.

Al oír todas estas cosas, los fariseos, que son amantes del dinero, se burlaban de Jesús. Pero él les dijo: “Ustedes pretenden pasar por justos delante de los hombres; pero Dios conoce sus corazones, y lo que es muy estimable para los hombres es detestable para Dios”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

O servimos a Dios o servimos a las riquezas, pero a ambas no podemos servir. La generosidad con los hermanos, la fidelidad a Dios y la renuncia a los ídolos son el tema central del evangelio que leemos hoy; es una buena descripción de todos aquellos que optan por vivir en plenitud el evangelio proclamado por Jesús. Por todas las realidades de injusticia y muerte que agobian al mundo podemos decir que las riquezas y, detrás de ellas el poder, son las que han dividido a la humanidad, han desatado los mayores desastres humanos en la historia, y han sometido a grandes muchedumbres a la pobreza extrema. Como seguidores de Jesús estamos obligados a optar porlas cosas del Padre”, es decir, optar por la fraternidad, por el compartir de los bienes, por la entrega total de la vida a Dios y a los hermanos, los cuales dan sentido a la experiencia de fe. Quien opta por ser fiel a Dios rechaza por entero toda exclusión, toda injusticia, toda muerte y busca en todo momento el bien para sus hermanos. Es momento preciso para preguntarnos a quién estamos en verdad sirviendo: ¿a la vida, o a la muerte?

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