viernes, 12 de noviembre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la segunda carta

del apóstol san Juan (4-9)

Hermanos: Me ha dado mucha alegría enterarme de que muchos de ustedes viven de acuerdo con la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre.

Les ruego, pues, hermanos, que nos amemos los unos a los otros. No se trata de un mandamiento nuevo, sino del mismo que tenemos desde el principio. El amor consiste en vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Y el mandamiento consiste en vivir de acuerdo con el amor, como lo han escuchado desde el principio.

Ahora han surgido en el mundo muchos que tratan de engañar, pues niegan que Jesucristo es verdadero hombre. Estos son el verdadero impostor y anticristo.

Pongan, pues, atención para que no pierdan el fruto de sus trabajos y puedan recibir la recompensa completa. Quien se aparta de la verdad y no permanece fiel a la doctrina de Cristo, no vive unido a Dios; el que permanece fiel a la doctrina de Cristo, ése sí vive unido al Padre y al Hijo.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 118

Dichoso el que cumple

la ley del Señor.

Dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón.

Dichoso el que cumple

la ley del Señor.

Con todo el corazón te voy buscando; no me dejes desviar de tus preceptos. En mi pecho guardaré tus mandamientos, para nunca pecar en contra tuya.

Dichoso el que cumple

la ley del Señor.

Favorece a tu siervo, para que viva y observe tus palabras. Abreme los ojos para ver las maravillas de tu voluntad.

Dichoso el que cumple

la ley del Señor.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (17, 26-37)

Gloria a ti, Señor.

En aquellos días, Jesús dijo a sus discípulos: “Lo que sucedió en el tiempo de Noé también sucederá en el tiempo del Hijo del hombre: comían y bebían, se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces vino el diluvio y los hizo perecer a todos.

Lo mismo sucedió en el tiempo de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y construían, pero el día en que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. Pues lo mismo sucederá el día en que el Hijo del hombre se manifieste.

Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, que no baje a recogerlas; y el que esté en el campo, que no mire hacia atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. Quien intente conservar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.

Yo les digo: aquella noche habrá dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro abandonado; habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra abandonada”.

Entonces, los discípulos le dijeron: “¿Dónde sucederá eso, Señor?” Y él les respondió: “Donde hay un cadáver, se juntan los buitres”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Preocuparnos por el momento preciso (“cómo” y “cuándo”) de la irrupción definitiva del reino en la historia no es el punto central en la vivencia cristiana, ya que esto podría distraernos de lo que realmente es esencial: la presencia actuante y viva del reino de Dios en nuestra vida, en nuestra historia, en nuestras comunidades; es la señal de que la promesa de Dios se está cumpliendo ya, que Dios nos está salvando en el “ahora”. El evangelio señala la necesidad de estar preparados para la “venida del Hijo del Hombre”, es decir, estar viviendo en la actualidad los valores del reino, el cual se concretiza en el seguimiento radical de Jesús. La frase “quien trate de conservar la vida la perderá, pero quien la pierda la conservará” (v.33) tiene ese sentido: dejarlo todo para ganar lo más valioso; despojarnos de toda ambición, de todo apego para poder vivir libremente el reino. De esta manera los discípulos y también nosotros como creyentes estaremos siguiendo en plenitud a Jesús. La presencia viva y eficaz del reino en nuestras vidas depende de la prioridad que estemos dando a la vivencia de la fraternidad, la caridad, el servicio y la misericordia con nuestros hermanos.

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