lunes, 24 de mayo de 2010

Lectura del Dia

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles (19, 1-8)

En aquellos días, mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas de Galacia y Frigia y bajó a Efeso. Encontró allí a unos discípulos y les preguntó:

“¿Han recibido el Espíritu Santo, cuando abrazaron la fe?” Ellos respondieron: “Ni siquiera hemos oído decir que exista el Espíritu Santo”.

Pablo replicó: “Entonces, ¿qué bautismo han recibido?” Ellos respondieron: “El bautismo de Juan”.

Pablo les dijo: “Juan bautizó con un bautismo de arrepentimiento, pero advirtiendo al pueblo que debían creer en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús”.

Al oír esto, los discípulos fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús, y cuando Pablo les impuso las manos, descendió el Espíritu Santo y comenzaron a hablar lenguas desconocidas y a profetizar. Eran en total unos doce hombres.

Durante los tres meses siguientes, Pablo frecuentó la sinagoga y habló con toda libertad, disputando acerca del Reino de Dios y tratando de convencerlos.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 67

Cantemos a Dios

un canto de alabanza. Aleluya.

Cuando el Señor actúa sus enemigos se dispersan y huyen ante su faz los que lo odian; cual se disipa el humo, se disipan; como la cera se derrite al fuego, así ante Dios perecen los malvados.

Cantemos a Dios

un canto de alabanza. Aleluya.

Ante el Señor, su Dios, gocen los justos y salten de alegría. Entonen alabanzas a su nombre. En honor del Señor toquen la cítara.

Cantemos a Dios

un canto de alabanza. Aleluya.

Porque el Señor, desde su templo santo, a huérfanos y viudas da su auxilio; él fue quien dio a los desvalidos casa, libertad y riqueza a los cautivos.

Cantemos a Dios

un canto de alabanza. Aleluya.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (16, 29-33)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los discípulos le dijeron a Jesús: “Ahora sí nos estás hablando claro y no en parábolas. Ahora sí estamos convencidos de que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por eso creemos que has venido de Dios”.

Les contestó Jesús:

“¿De veras creen? Pues miren que viene la hora, más aún, ya llegó, en que se van a dispersar cada uno por su lado y me dejarán solo. Sin embargo, no estaré solo, porque el Padre está conmigo. Les he dicho estas cosas, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulaciones; pero tengan valor, porque yo he vencido al mundo”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion

Los discípulos perciben que se ha hecho más clara la manera de expresarse de Jesús, la hora se acerca, y ya no se refiere sólo en lenguaje figurado. Lo cierto es que no se encuentran más cerca del verdadero conocimiento que cuando hacían preguntas ingenuas. “¿Ahora creen?” expresa ciertas dudas sobre la fe de los discípulos, su fe aún no es completa, sino que vacilará. Jesús se mantiene sereno porque está seguro de que el Padre no lo abandonará aunque lo hagan sus discípulos.

En el versículo 32 “se dispersarán cada uno por su lado” se puede percibir la predicción del dolor que aguarda a los cristianos dispersos en un mundo hostil. El hecho de que la paz pueda darse junto con el dolor demuestra que no se trata de una paz en el sentido ordinario del mundo; la paz brota de la fe en Jesús y la adhesión a su proyecto; ésta no se gana sin esfuerzo, pues se alcanza a través de la victoria sobre el mundo. Si Jesús venció al mundo, cada discípulo y discípula tendrá que vencerlo también; por consiguiente el mandato a tener ánimo es muy necesario: recuerda a la comunidad que su deber de elegir entre Jesús y el mundo nunca tendrá fin.


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