viernes, 28 de mayo de 2010

Lectura del Dia

Primera Lectura

Lectura de la primera carta

del apóstol san Pedro

(4, 7-13)

Hermanos: Ya está cerca el final de todo; por tanto, vivan con sensatez y en vigilancia para poder orar. Sobre todo, mantengan en continua actividad el amor mutuo, pues el amor sepulta una multitud de pecados. Sean hospitalarios los unos con los otros, sin quejas.

Que cada uno, como buen administrador de la gracia multiforme de Dios, emplee para servir a los demás, los dones recibidos. Quien habla, sea mensajero de las palabras de Dios; quien se dedica a servir a los demás, que los sirva con la fuerza que Dios le comunica. De modo que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Amén.

No se sorprendan, queridos hermanos, del fuego de persecución que ha prendido por ahí para ponerlos a prueba, como si les sobreviniera algo nunca visto. Al contrario, alégrense de compartir ahora los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, el júbilo de ustedes sea desbordante.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 95

El Señor juzgará

a todas las naciones.

“Reina el Señor”, digamos a los pueblos. El afianzó con su poder el orbe, gobierna a las naciones con justicia.

El Señor juzgará

a todas las naciones.

Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo.

El Señor juzgará

a todas las naciones.

Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.

El Señor juzgará

a todas las naciones.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Marcos (11, 11-26)

Gloria a ti, Señor.

Después de haber sido aclamado por la multitud, Jesús entró en Jerusalén, fue al templo y miró todo lo que en él sucedía; pero como ya era tarde, se marchó a Betania con los Doce.

Al día siguiente, cuando salieron de Betania, sintió hambre. Viendo a lo lejos una higuera con hojas, Jesús se acercó a ver si encontraba higos; pero al llegar, sólo encontró hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces le dijo a la higuera: “Que nunca jamás coma nadie frutos de ti”. Y sus discípulos lo estaban oyendo.

Cuando llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a arrojar de ahí a los que vendían y compraban; volcó las mesas de los que cambiaban dinero y los puestos de los que vendían palomas; y no dejaba que nadie cruzara por el templo cargando cosas. Luego se puso a enseñar a la gente, diciéndoles: “¿Acaso no esta escrito: Mi casa será casa de oración para todos los pueblos? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones”.

Los sumos sacerdotes y los escribas se enteraron de esto y buscaban la forma de matarlo; pero le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de sus enseñanzas.Cuando atardeció, Jesús y los suyos salieron de la ciudad.

A la mañana siguiente, cuando pasaban junto a la higuera, vieron que estaba seca hasta la raíz. Pedro cayó en la cuenta y le dijo a Jesús: “Maestro, mira: la higuera que maldijiste se secó”.

Jesús les dijo entonces:

“Tengan fe en Dios. Les aseguro que si uno le dice a ese monte: ‘Quítate de ahí y arrójate al mar’, sin dudar en su corazón y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso les digo: Cualquier cosa que pidan en la oración, crean ustedes que ya se la han concedido, y la obtendrán.

Y cuando se pongan a orar, perdonen lo que tengan contra otros, para que también el Padre, que está en el cielo, les perdone a ustedes sus ofensas; porque si ustedes no perdonan, tampoco el Padre, que está en el cielo, les perdonará a ustedes sus ofensas”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion.

La higuera era muy frondosa pero no tenía frutos. La Casa del Señor, llamada a dar frutos de vida, debe ser Casa de oración para todo el mundo. La oración nos adentra en el desarrollo de la capacidad de escuchar a Dios que nos habla a través de su Palabra y del clamor sufrido de los pobres. La Casa debe ser escuela de oración que nos abra a escuchar “con un oído en el pueblo y el otro en el Evangelio” (Enrique Angelelli). El discípulo que aprende a escuchar de esta manera, se abrirá a dar una respuesta comprometida que de frutos abundantes.

Si la casa se convirtió en cueva de ladrones, en lugar de dar los frutos esperados, será un lugar estéril desde su misma raíz. En vez de alimentar a las naciones que tienen hambre de justicia y de paz, hambre del Reino, se terminará consumiendo a sí misma.

Los discípulos llamados a creer con todo el corazón tienen que ser una Iglesia comunidad, servidora de los pobres, casa acogedora, de puertas abiertas y corazón misionero.


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