miércoles, 5 de mayo de 2010

Lectura del Dia

Primera Lectura

Lectura del libro de los

Hechos de los Apóstoles

(15, 1-6)

En aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían salvarse.

Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; al fin se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén para tratar el asunto con los apóstoles y los presbíteros. La comunidad cristiana los proveyó para el viaje, y ellos atravesaron Fenicia y Samaria, contando a los hermanos cómo se convertían los paganos, y los llenaban de gozo con esta noticia.

Al llegar a Jerusalén, fueron recibidos por la comunidad cristiana, los apóstoles y los presbíteros, y ellos refirieron todo cuanto Dios había hecho por su medio. Pero algunos de los fariseos convertidos intervinieron, diciendo:

“Hay que circuncidar a los paganos y exigirles que cumplan la ley de Moisés”.

Entonces se reunieron los apóstoles y los presbíteros para examinar el asunto.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 121

Vayamos con alegría

al encuentro del Señor. Aleluya.

¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.

Vayamos con alegría

al encuentro del Señor. Aleluya.

A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor.

Vayamos con alegría

al encuentro del Señor. Aleluya.

Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: “La paz esté contigo”. Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes.

Vayamos con alegría

al encuentro del Señor. Aleluya.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (15, 1-8)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.

Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion

.La imagen de la viña es muy utilizada en el primer
testamento. El pueblo aparece como la viña cuidada
por Dios, el viñador. Pero la viña no produce los frutos
esperados de justicia, solidaridad, circularidad y
entonces el viñador se enoja y la destruye. Juan toma
esta imagen y la reinterpreta con libertad.
Ahora Jesús es la vid verdadera y su Padre el viñador.
Los discípulos, aquellos que adhieren por opción a
su propuesta, son los sarmientos. Esta adhesión se
demostrará permaneciendo unidos a Jesús y dando
frutos, dos realidades que van íntimamente
relacionados. Estar unidos a Jesús implica asumir el
proyecto del Padre y la praxis liberadora del Reino.
Esos son los frutos que espera el viñador. Esta nueva
vid, la verdadera, no puede fallar como la anterior,
está sacada de las entrañas mismas del Padre que
cuidará que todos sus miembros den frutos. Los que
no, serán limpiados, en lenguaje que apunta más a
la purificación-conversión que a la poda-exclusión.
Permanecer es una opción libre del discípulo y no
una decisión arbitraria del Padre. Permanecer
adhiriendo vitalmente y activamente y guardar las
palabras de Jesús es garantía de frutos abundantes.


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