martes, 18 de mayo de 2010

Lectura del Dia

Primera Lectura
Lectura del libro de los Hechos
de los Apóstoles (20, 17-27)
En aquellos días, hallándose Pablo en Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la comunidad cristiana de Efeso. Cuando se presentaron, les dijo:
“Bien saben cómo me he comportado entre ustedes, desde el primer día en que puse el pie en Asia: he servido al Señor con toda humildad, en medio de penas y tribulaciones, que han venido sobre mí por las asechanzas de los judíos. También saben que no he escatimado nada que fuera útil para anunciarles el Evangelio, para enseñarles públicamente y en las casas, y para exhortar con todo empeño a judíos y griegos a que se arrepientan delante de Dios y crean en nuestro Señor Jesucristo.
Ahora me dirijo a Jerusalén, encadenado en el espíritu, sin saber qué sucederá allá. Sólo sé que el Espíritu Santo en cada ciudad me anuncia que me aguardan cárceles y tribulaciones. Pero la vida, para mí, no vale nada.
Lo que me importa es llegar al fin de mi carrera y cumplir el encargo que recibí del Señor Jesús: anunciar el Evangelio de la gracia de Dios.
Por lo pronto sé que ninguno de ustedes, a quienes he predicado el Reino de Dios, volverá a verme. Por eso declaro hoy que no soy responsable de la suerte de nadie, porque no les he ocultado nada y les he revelado en su totalidad el plan de Dios”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 67
Reyes de la tierra,
canten al Señor. Aleluya.
A tu pueblo extenuado diste fuerzas, nos colmaste, Señor, de tus favores y habitó tu rebaño en esta tierra, que tu amor preparó para los pobres.
Reyes de la tierra,
canten al Señor. Aleluya.
Bendito sea el Señor, día tras día, que nos lleve en sus alas y nos salve. Nuestro Dios es un Dios de salvación porque puede librarnos de la muerte.
Reyes de la tierra,
canten al Señor. Aleluya.

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (17, 1-11)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: “Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique, y por el poder que le diste sobre toda la humanidad, dé la vida eterna a cuantos le has confiado. La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.
Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame en ti con la gloria que tenía, antes de que el mundo existiera.
He manifestado tu nombre a los hombres que tú tomaste del mundo y me diste. Eran tuyos y tú me los diste. Ellos han cumplido tu palabra y ahora conocen que todo lo que me has dado viene de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste; ellos las han recibido y ahora reconocen que yo salí de ti y creen que tú me has enviado.
Te pido por ellos; no te pido por el mundo, sino por éstos, que tú me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío. Yo he sido glorificado en ellos. Ya no estaré más en el mundo, pues voy a ti; pero ellos se quedan en el mundo”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion.

En el marco del discurso de despedida se encuentra
esta oración de Jesús al Padre por el futuro de los
discípulos. Jesús parece estar a medio camino entre
este mundo y la presencia del Padre, trasciende el
tiempo y el espacio, más allá de la muerte está
hablando a los discípulos y discípulas de todos los
tiempos.

La glorificación del Hijo es para la glorificación del
Padre y para dar la vida eterna a sus discípulos, es
más bien una plegaria de comunión entre el Padre y
el Hijo que de petición. Jesús es el lugar en que Dios
ha puesto su nombre.


"Los que me confiaste" se refiere en primera
instancia a los Doce, pero dado que ellos son
modelo para todos los cristianos se tiene en cuenta a
los futuros discípulos. En ellos se revela la gloria de
Jesús, en los cristianos creyentes que han accedido
a la fe después de la resurrección. Ellos y ellas
siguen en el mundo pero no son del mundo, como
tampoco lo es el Reino de su maestro; serán como
extraños en el mundo, y por ello mismo su presencia
resultará turbadora y amenazante para los poderes
de los sistemas de opresión y dominación a lo largo
de la historia.

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