sábado, 29 de mayo de 2010

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Judas (17, 20-25)

Queridos hermanos:

Recuerden las palabras que les predicaron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Consolídense sobre el cimiento de su fe santa, oren movidos por el Espíritu Santo, conserven en ustedes el amor a Dios, en espera de que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo les dé la vida eterna.

A los indecisos traten de convencerlos, para arrancarlos del fuego de la condenación; a los otros, manifiéstenles compasión, pero con cautela, aborreciendo aun la ropa contaminada por su mala vida.

Al Dios único, nuestro salvador, que puede preservarlos a ustedes de todo pecado y hacer que se presenten ante su gloria gozosos y sin mancha, honor y gloria, fuerza y poder, por Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre, ahora y por todos los siglos. Amén.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 62

Señor, mi alma tiene sed de ti.

Señor, tú eres mi Dios, a ti te busco; de ti sedienta está mi alma. Señor, todo mi ser te añora como el suelo reseco añora el agua.

Señor, mi alma tiene sed de ti.

Para admirar tu gloria y tu poder, con este afán te busco en tu santuario. Pues mejor es tu amor que la existencia; siempre, Señor, te alabarán mis labios.

Señor, mi alma tiene sed de ti.

Podré así bendecirte mientras viva y levantar en oración mis manos. De lo mejor se saciará mi alma; te alabaré con jubilosos

labios.

Señor, mi alma tiene sed de ti.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Marcos (11, 27-33)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron de nuevo a Jerusalén, y mientras Jesús caminaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?”

Jesús les respondió: “Les voy a hacer una pregunta. Si me la contestan, yo les diré con qué autoridad hago todo esto. El bautismo de Juan, ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contéstenme”.

Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si le decimos que de Dios, nos dirá: ‘Entonces ¿por qué no le creyeron’?, y si le decimos que de los hombres ...” Pero, como le tenían miedo a la multitud, pues todos consideraban a Juan como verdadero profeta, le respondieron a Jesús: “No lo sabemos”. Entonces Jesús les replicó: “Pues tampoco yo les diré con qué autoridad hago todo esto”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion.

Los sumos sacerdotes, letrados y ancianos que representan al sanedrín cuestionan a Jesús: “¿Con qué autoridad haces eso? ¿Quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?”. Jesús ha sido enviado por el Padre para llevar Buenas Noticias a los pobres. Por lo tanto su autoridad proviene del Padre y Jesús la ejerce desde el servicio a los más pobres. El sanedrín que lo cuestiona, tampoco ha creído en Juan el Bautista; en cambio el pueblo lo consideró un profeta autorizado por Dios.

El profeta es el hombre de Dios, su vida es respuesta que surge de escuchar a Dios en su Palabra y en el clamor doloroso de su pueblo. Esta capacidad de escuchar lo adentra cada vez más en el conocimiento del proyecto que Dios tiene y se consagra a El sirviendo a los pobres. Para que ellos vivan, el profeta es llamado a dar toda su vida.

La gente no reconoce con autoridad a quien cree que ésta es cuestión de privilegios o de títulos sino a quien es capaz de servir dando la propia vida. Así lo hizo Jesús, así deben ser sus discípulos.


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