miércoles, 27 de octubre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la cara del apóstol

san Pablo a los efesios (6, 1-9)

Hijos, obedezcan a sus padres por amor al Señor, porque eso es justo. Honrarás a tu padre y a tu madre es un mandamiento muy importante, que lleva consigo esta promesa: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.

Padres, no exasperen a sus hijos; más bien fórmenlos y corríjanlos, para educarlos bien, como el Señor quiere.

Esclavos, obedezcan a sus amos de este mundo con docilidad, respeto y sencillez de corazón, como a Cristo; no sólo cuando los están mirando, ni sólo para quedar bien con ellos, sino como esclavos de Cristo, que cumplen de corazón la voluntad de Dios. Sírvanles, pues, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres, recordando que cada uno, sea esclavo o libre, será recompensado por el Señor, según el bien que haya hecho.

Y ustedes, amos, correspondan a sus esclavos en una forma semejante. Absténganse, pues, de toda clase de amenazas, recordando que tanto ellos como ustedes tienen el mismo amo, que está en los cielos y en el cual no hay favoritismos por una persona o por otra.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 144

El Señor es fiel a sus palabras.

Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.

El Señor es fiel a sus palabras.

Que muestren a los hijos de los hombres tus proezas, el esplendor y la gloria de tu reino. Tu reino, señor, es para siempre y tu imperio, por todas las generaciones.

El Señor es fiel a sus palabras.

El Señor es siempre fiel a sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia.

El Señor es fiel a sus palabras.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (13, 22-30)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”

Jesús le respondió:

Esfuércense por entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’.

Pero él les responderá:

‘No quienes son ustedes’.

Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y has enseñado en nuestras plazas’.

Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no quiénes son ustedes. Apártense de , todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera. Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios.

Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Jesús exhorta a sus interlocutores para que se esfuercen en tomar conciencia de las exigencias que implica seguirlo: capacidad de transformar la vida mediante el arrepentimiento y la reconciliación, total fidelidad a él y a su proyecto y optar por la puerta estrecha, por el camino de la salvación del ser humano. No basta realmente beber y comer ocasionalmente con Jesús; hay que compartir su vida y destino, cuyo símbolo es la comunión de la mesa con los humildes y sencillos. Es decir, el reino de Dios es para Jesús un banquete donde todos nos reconozcamos como seres humanos con dignidad, con derechos y deberes; hombres y mujeres que vayan más allá de las fronteras del color, la raza, religión, color político o nación y que abran las puertas del reino a toda persona. Indudablemente quienes no quieren compartir el proyecto y destino de Jesús, no participan de su banquete de justicia, la solidaridad y la salvación. Y es que la salvación no es un asunto de exclusión de los malos, los extranjeros, los huérfanos, las viudas, los pecadores, los ancianos y los niños. La salvación es una buena noticia para todos, y los más afligidos, excluidos y marginados tiene su lugar predilecto.

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