martes, 19 de octubre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a los efesios (2, 12-22)

Hermanos: Recuerden que antes vivían ustedes sin Cristo, que estaban excluidos de la ciudadanía de Israel y eran extraños a las alianzas y promesas, y no tenían esperanza ni Dios en este mundo. Pero ahora, unidos a Cristo Jesús, ustedes, que antes estaban lejos, están cerca, en virtud de la sangre de Cristo.

Porque él es nuestra paz; él hizo de los judíos y de los no judíos un solo pueblo; él destruyó, en su propio cuerpo, la barrera que los separaba: el odio; él abolió la ley, que consistía en mandatos y reglamentos, para crear en mismo, de los dos pueblos, un solo hombre nuevo, estableciendo la paz, y para reconciliar a ambos, hechos un solo cuerpo, con Dios, por medio de la cruz, dando muerte en mismo al odio.

Vino para anunciar la buena nueva de la paz, tanto a ustedes, los que estaban lejos, como a los que estaban cerca. Así, unos y otros podemos acercarnos al Padre, por la acción de un mismo Espíritu.

En consecuencia, ya no son ustedes extranjeros ni advenedizos; son conciudadanos de los santos y pertenecen a la familia de Dios, porque han sido edificados sobre el cimiento de los apóstoles y de los profetas, siendo Cristo Jesús la piedra angular.

Sobre Cristo, todo el edificio se va levantando bien estructurado, para formar el templo santo del Señor, y unidos a él también ustedes se van incorporando al edificio, por medio del Espíritu Santo, para ser morada de Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 84

Dale, Señor, la paz a tu pueblo.

Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra.

Dale, Señor, la paz a tu pueblo.

La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la felicidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo.

Dale, Señor, la paz a tu pueblo.

Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas.

Dale, Señor, la paz a tu pueblo.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (12, 35-38)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Estén listos, con la túnica puesta y las lámparas encendidas. Sean semejantes a los criados que están esperando a que su señor regrese de la boda, para abrirle en cuanto llegue y toque. Dichosos aquellos a quienes su señor, al llegar, encuentre en vela.

Yo les aseguro que se recogerá la túnica, los hará sentar a la mesa y él mismo les servirá.Y si llega a medianoche o a la madrugada y los encuentra en vela, dichosos ellos”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El discipulado debe caracterizarse por el trabajo, la celebración, la atención y la vigilancia. La tarea de hacernos seguidores de Jesús no es para aletargarla o guardarla, sino para ponerla en ejercicio continuo. No podemos ser discípulos anticuados y estáticos, sino que nuestra vida de seguidores de Jesús, está exigida a ser dinámica, alegre y despierta. Jesús declara dichoso al discípulo que haga realidad la labor de hacer que la palabra de Dios dignifique, poniendo todo su empeño y esfuerzo en la construcción de una comunidad humana más justa y solidaria; comunidad que luche por el proyecto del reinado de Dios. Celebración y trabajo; compromiso y constancia son las notas distintivas del discípulo de Jesús que participa plenamente de la mesa y la fiesta del Señor. Por eso, tenemos que esmerarnos por preparar la venida del Señor, sea cual sea el tiempo de la misma. Dicha venida tiene que estar precedida por la utopía liberadora y esperanzadora de reconocernos como una comunidad de iguales en dignidad que lucha no por el despotismo, la pereza, la mediocridad ni el abuso, sino más bien por el ejercicio de la autoridad que es esencialmente servicio. Tenemos que ser peregrinos alegres del reino y no fugitivos aburridos de la historia.

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