miércoles, 6 de octubre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la carta del apóstol

san Pablo a los gálatas

(2, 1-2. 7-14)

Queridos hermanos: Después de catorce años volví de nuevo a Jerusalén con Bernabé y también con Tito. Regresé porque Dios me lo había revelado. Ahí, en una reunión privada con los dirigentes, les expuse el Evangelio que predico a los paganos. Hice esto para que mis trabajos pasados y presentes no resultaran inútiles.

Todos reconocieron que yo había recibido la misión de predicar el Evangelio a los paganos, como Pedro había recibido la de predicarlo a los judíos. Porque aquel que le dio poder a Pedro para ejercer el apostolado entre los judíos, me lo dio a para ejercerlo entre los paganos.

Así pues, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados como las columnas de la Iglesia, reconocieron la gracia que Dios me había dado y nos dieron la mano a Bernabé y a , en señal de perfecta unión y para expresar su acuerdo de que nosotros nos dirigiéramos a los paganos y ellos a los judíos. Lo único que nos pidieron fue que nos preocupáramos por los pobres, cosa que he procurado cumplir con solicitud.

Más tarde, cuando Pedro fue a Antioquía, yo me le enfrenté, porque era digno de reprensión. En efecto, antes de que llegaran algunos judíos enviados por Santiago, Pedro solía comer con los paganos convertidos; pero después empezó a apartarse de ellos por temor a los judíos recién llegados. Los demás judíos convertidos imitaron su ejemplo, tanto que hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por aquella conducta

contradictoria.

Entonces, cuando vi que Pedro no procedía rectamente, conforme a la verdad del Evangelio, le dije delante de todos: “Si , que eres judío, vives como un pagano y no como un judío, ¿por qué quieres ahora obligar a los paganos convertidos a que vivan como judíos?”

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 116

Bendito sea el Señor.

Que alaben al Señor todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos.

Bendito sea el Señor.

Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.

Bendito sea el Señor.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (11, 1-4)

Gloria a ti, Señor.

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos” .

Entonces Jesús les dijo:

Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Este texto de la “oración del Señor” es más corto que el de Mateo 6,9. En él encontramos las palabras claves de la fe de la Biblia:
El Padre, primer nombre del Dios único;
El reino de Dios que viene al mundo;
La petición del pan (para todos nosotros), porque no hay cosa asegurada;
El perdón, ley fundamental;
El carácter comprometido de la existencia cristiana frente al mal en el mundo.

El padrenuestro es la síntesis de toda la vida cristiana. Es la síntesis de todo el programa de la vida y obra de Jesús. Toda la praxis de la vida de Jesús tuvo como referentes fundamentales, lo siguiente: hacer la voluntad del Padre, que consiste en construir su reino en medio de la humanidad ajusticiada y afligida, para que de esta manera sea santificado por todos el nombre de Dios, y todas las personas que hacemos parte de esta humanidad podamos gozar de una vida digna y en abundancia, donde luchemos con pasión lo que necesitamos para vivir y trascender (el alimento), donde podamos crear unos principios fundamentales de convivencia humana verdaderamente solidaria y no violenta (reconciliación) y donde superemos todas pretensiones totalitarias, ideologizantes y egoístas (tentaciones históricas), para que podamos liberarnos de todo aquello que nos hace menos seres humanos (la violencia personal, institucional y de Estado). Esta oración personal y personalizante; comunitaria y creadora de comunidad, es una oración que hoy exige, al ser recitada y hecha vida, actitudes de confianza filial en el proyecto del Padre, su reino y reinado; y de apuesta por la causa humana, la humanización y la vida en dignidad de todos los hijos de Dios.

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