lunes, 21 de junio de 2010

Lectura del Dia

Primera Lectura

Lectura del segundo libro de

los Reyes (17, 5-8. 13-15. 18)

En aquellos días, Salmanasar, rey de Asiria, invadió el país, llegó a Samaria y la sitió durante tres años. En el año noveno de Oseas, el rey de Asiria ocupó Samaria y deportó a los israelitas a Asiria. Los instaló en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán,

y en las ciudades de Media.

Esto sucedió porque los hijos de Israel habían pecado contra el Señor, su Dios, que los sacó de la tierra de Egipto, y habían adorado a otros dioses, siguiendo las costumbres de las naciones que el Señor había exterminado a su llegada y que sus mismos reyes habían introducido.

El Señor había advertido a Israel y a Judá, por boca de todos los profetas y videntes, diciendo: “Enderecen sus malos caminos y cumplan mis mandamientos y preceptos, conforme a la ley que impuse a sus padres y que les manifesté por medio de mis siervos, los profetas”. Pero ellos no escucharon y endurecieron su corazón como lo habían hecho sus padres, que no quisieron obedecer al Señor, su Dios. Despreciaron sus decretos, la alianza que estableció con sus padres y las advertencias que les hizo.

El Señor se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia, y solamente quedó la tribu de Judá.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 59

Escúchanos, Señor,

y sálvanos.

Dios nuestro, nos has rechazado y nos has deshecho. Estabas enojado, pero ahora vuélvete a nosotros.

Escúchanos, Señor,

y sálvanos.

Has sacudido la tierra, la has agrietado; repara sus grietas, porque se desmorona. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, nos diste a beber un vino que nos hace temblar.

Escúchanos, Señor,

y sálvanos.

Tú, Señor, nos has rechazado y no acompañas ya a nuestras tropas. Ayúdanos contra el enemigo, porque la ayuda del hombre es inútil. Con Dios haremos maravillas, porque él vencerá a nuestros enemigos.

Escúchanos, Señor,

y sálvanos.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (7, 1-5)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán.

¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús

Reflexion

Las autoridades civiles critican a los ciudadanos, a la oposición del gobierno de turno, a los gobiernos anteriores. Las autoridades religiosas critican a los laicos, a sus propios hermanos, a las otras iglesias, a las otras religiones. Y en general todos somos muy rápidos a la hora de hablar de otros, criticamos a los hijos, a los padres, a los hermanos, a los vecinos, a los compañeros. Qué fácil nos resulta emitir juicios contra los demás, parece que en los tiempos modernos al igual que en tiempos de Jesús, el asunto no ha cambiado mucho. Si en la vida de cada persona, habitara realmente el espíritu de Jesús, no osaríamos siquiera abrir la boca, para juzgar duramente a otra persona, sin antes habernos revisado nosotros mismos, o al menos si consiguiéramos ponernos en el lugar del otro antes de juzgarlo. En el momento que lleguemos a entender, con qué facilidad nos paseamos por la vida siendo hipócritas, como muy bien nos expone el evangelio de hoy, dejaríamos inmediatamente de criticar a los otros con ligereza. La hipocresía es el defecto, que más duramente denunció Jesús frente a todas las autoridades de su tiempo, pero también lo hizo con sus propios discípulos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario