jueves, 3 de junio de 2010

Lectura del Dia

Primera Lectura

Lectura de la segunda carta

del apóstol san Pablo a

Timoteo (2, 8-15)

Querido hermano: Recuerda siempre que Jesucristo, descendiente de David, resucitó de entre los muertos, conforme al Evangelio que yo predico. Por este Evangelio sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo sobrellevo todo por amor a los elegidos, para que ellos también alcancen en Cristo Jesús la salvación, y con ella, la gloria eterna.

Es verdad lo que decimos:

“Si morimos con él, viviremos con él; si nos mantenemos firmes, reinaremos con él; si lo negamos, él también nos negará; si le somos infieles, él permanece fiel, porque no puede contradecirse a sí mismo”.

Eso es lo que has de enseñar. Adviérteles a todos, delante de Dios, que eviten las discusiones por cuestión de palabras, lo cual no sirve para nada, sino para perdición de los oyentes.

Esfuérzate por presentarte ante Dios como un trabajador intachable, que no tiene de qué avergonzarse y predica fielmente la verdad.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 24

Descúbrenos, Señor,

tus caminos.

Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador, y tenemos en ti nuestra esperanza.

Descúbrenos, Señor,

tus caminos.

Porque el Señor es recto y bondadoso indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos.

Descúbrenos, Señor,

tus caminos.

Con quien guarda su alianza y sus mandatos el Señor es leal y bondadoso. El Señor se descubre a quien lo teme y le enseña el sentido de su alianza.

Descúbrenos, Señor,

tus caminos.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Marcos (12, 28-34)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”

Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”.

El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.

Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion

El amor a Dios y a los hermanos son los mandamientos más importantes que encierran toda la Ley. El escriba le hace una pregunta a Jesús, pero como lo indica el evangelista éste busca sinceramente una respuesta a su duda. Los judíos tenían tantas normas, alrededor de 630, lo que los llevaba a confundirse. Jesús se ha enfrentado con fariseos, herodianos y saduceos, se prepara para su fin, él ya percibe cual será el desenlace de su misión y resume toda la ley en estos dos mandamientos. Amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con toda la fuerza, le parece a cualquier persona algo natural, no le deja lugar a dudas, sin embargo, este mandamiento va acompañado inmediatamente por otro:”Amarás al prójimo como a ti mismo”, y ya no parece tan evidente como el primero. Pablo dice “el que dice amar a Dios y desprecia al hermano, ese es un mentiroso”. No podemos pretender cumplir el primer mandamiento si no cumplimos el segundo. Amar a Dios exige amar al hermano, exige renunciar al egoísmo, vanidad y soberbia. El mayor acto de amor que podemos ofrecer a Dios es perdonar de corazón al hermano que nos ha ofendido.

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