lunes, 14 de junio de 2010

Lectura del Dia

Primera Lectura

Lectura del primer libro

de los Reyes (21, 1-16)

Nabot de Yezrael tenía una viña junto al palacio de Ajab, rey de Samaria, y Ajab le dijo a Nabot:

“Dame tu viña para plantar ahí una huerta, ya que está pegada a mi casa; yo te doy por ella una viña mejor o si prefieres, te pago con dinero”. Nabot le respondió a Ajab: “Dios me libre de darte la herencia de mis padres”.

Ajab se fue a su casa, triste y enfurecido, porque Nabot le había dicho: “No te daré la herencia de mis padres”. Se acostó en su cama, se volvió de cara a la pared y no quiso comer. Entonces se le acercó su esposa, Jezabel, y le dijo: “¿Por qué estás de mal humor y no quieres comer?” El respondió:

“Es que hablé con Nabot de Yezrael y le dije que me vendiera su viña o que, si prefería, yo se la cambiaría por otra mejor; pero él me respondió que no me daría

su viña”.

Su esposa Jezabel, le dijo:

“¿No que tú eres el rey poderoso que manda en Israel? Levántate, come y alégrate.

Yo te daré la viña de Nabot”.

Entonces ella escribió unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello del rey y las envió a los ancianos y hombres principales de la ciudad en que vivía Nabot. Las cartas decían: “Promulguen un ayuno, convoquen una asamblea y sienten a Nabot en primera fila. Pongan frente a él a dos malvados que lo acusen, diciendo: ‘Ha maldecido a Dios y al rey’. Luego lo sacan fuera de la ciudad y lo apedrean hasta que muera”.

Los habitantes de la ciudad, los ancianos y los hombres principales que vivían cerca de Nabot, hicieron lo que Jezabel les había mandado, de acuerdo con lo escrito en las cartas que les había remitido. Promulgaron un ayuno y en la asamblea sentaron a Nabot en primera fila. Llegaron los dos malvados, se sentaron frente a él y lo acusaron delante del pueblo, diciendo: “Nabot ha maldecido a Dios y al rey”. Luego lo sacaron fuera de la ciudad y lo apedrearon hasta que murió.

En seguida le mandaron avisar a Jezabel que Nabot había muerto apedreado.

Cuando Jezabel supo que Nabot había muerto apedreado, le dijo a Ajab: “Ve a tomar posesión de la viña de Nabot de Yezrael, que no quiso vendértela, pues Nabot ya no vive: ha muerto”. Apenas oyó Ajab que Nabot había muerto, fue a tomar posesión de la viña de Nabot de Yezrael.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 5

Señor, atiende a mis gemidos.

Señor, oye mi voz, atiende a mis gemidos, haz caso de mis súplicas, rey y Dios mío.

Señor, atiende a mis gemidos.

Pues tú no eres un Dios al que pudiera la maldad agradarle, ni el malvado es tu huésped ni ante ti puede estar el arrogante.

Señor, atiende a mis gemidos.

Al malhechor detestas y destruyes, Señor, al embustero; aborreces al hombre sanguinario y a quien es traicionero.

Señor, atiende a mis gemidos.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (5, 38-42)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto.

Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion.

La ley del Talión (A.T.), intentaba equiparar el castigo, con la ofensa o daño recibido. Pero Jesús perfecciona la ley, la verdadera justicia no consiste solo en castigar al que hace mal, sino más bien en corregir, en educar y perdonar. Tampoco se trata de dejar que la maldad siga actuando en el mundo, sino muy por el contrario, la tarea a realizar está intentar con los mejores medios y actitudes que, aquel que se encuentra en el error, comprenda, cambie y enmiende su vida. La propuesta de Jesús es construir un mundo Nuevo, un ser humano Nuevo, una ley única que contiene y perfecciona todas las demás: la ley del amor, que perdona, acepta y se entrega, pero que también es clara, firme y no esclaviza al ser humano sino que lo libera. La semilla Divina que habita en el corazón de la humanidad entera, hace posible seguir los pasos de Jesús, que nunca fueron tibieza y servilismo, sino acción concreta y decidida en favor de los más débiles, y de quienes necesitan sentirse amados por Dios para cambiar, esa fuerza poderosa que habita oculta en el ser humano, no se compra, ni se vende, sólo se puede regalar y recibir.

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