miércoles, 5 de enero de 2011

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la primera carta del

apóstol san Juan (4, 11-18)

Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en nosotros es perfecto.

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto, y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En esto llega a la perfección el amor que Dios nos tiene: en que esperamos con tranquilidad el día del juicio, porque nosotros vivimos en este mundo en la misma forma que Jesucristo vivió.En el amor no hay temor.

Al contrario, el amor perfecto excluye el temor, porque el que teme, mira al castigo, y el que teme no ha alcanzado la perfección del amor.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 71

Que te adoren, Señor,

todos los pueblos.

Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente.

Que te adoren, Señor,

todos los pueblos.

Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante él se postrarán todos los reyes y todas las naciones.

Que te adoren, Señor,

todos los pueblos.

Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado.

Que te adoren, Señor,

todos los pueblos.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Marcos (6, 45-52)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se dirigieran a Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirlos, se retiró al monte a orar.

Entrada la noche, la barca estaba en medio del lago y Jesús, solo, en tierra. Viendo los trabajos con que avanzaban, pues el viento les era contrario, se dirigió a ellos caminando sobre el agua, poco antes del amanecer, y parecía que iba a pasar de largo.

Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo:

“¡Ánimo! Soy yo; no teman”.

Subió a la barca con ellos y se calmó el viento. Todos estaban llenos de espanto y es que no habían entendido el episodio de los panes, pues tenían la mente embotada.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

L a intención del relato que leemos hoy es manifestar el poder de Jesús sobre el mal y su divinidad. Luego de despedir a la gente, Jesús se dirige al monte a orar, signo de su relación íntima con el Padre y muestra de que su poder salvífico viene del mismo Dios; al mismo tiempo, la oración de Jesús se convierte en el ambiente propicio para contemplar y salir al encuentro de los suyos. Mientras Jesús se encuentra en tierra orando, sus discípulos luchan contra el viento, en medio del lago, tratando de llegar a la otra orilla; estos elementos nos indican la inestabilidad de la fe de los discípulos, quienes no se sienten seguros, dudan, tienen miedo, impidiéndoles así reconocer a Jesús como el Hijo de Dios. Jesús entonces es comprendido por Marcos como la única persona que puede dar estabilidad y confianza a la comunidad de creyentes; es quien puede salvar y liberar de la muerte, quien en realidad puede “caminar” por encima del mal. A pesar de la confusión y de las dudas Jesús sigue con sus discípulos y los exhorta, al igual que a nosotros, a creer en Él, a sostener nuestra esperanza siempre en el resucitado.

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