jueves, 10 de febrero de 2011

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis

(2, 18-25)

En aquel día, dijo el Señor Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude”. Entonces el Señor Dios formó de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y los llevó ante Adán, para que les pusiera nombre y así todo ser viviente tuviera el nombre puesto por Adán.

Así, pues, Adán les puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no hubo ningún ser semejante a Adán, para ayudarlo.

Entonces el Señor Dios hizo caer al hombre en un profundo sueño, y mientras dormía, le sacó una costilla y cerró la carne sobre el lugar vacío. Y de la costilla que le había sacado al hombre, Dios formó una mujer.

Se la llevó al hombre y éste exclamó: “Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque ha sido formada del hombre”.

Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa.

Por entonces los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no sentían vergüenza por ello.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Salmo Responsorial Salmo 127

Dichoso el que teme al Señor.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien.

Dichoso el que teme al Señor.

Su mujer, como vid fecunda, en medio de su casa; sus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de su mesa.

Dichoso el que teme al Señor.

Esta es la bendición del hombre que teme al Señor: “Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida”.

Dichoso el que teme al Señor.


Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Marcos (7, 24-30)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se encuentra Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido.

Una mujer, que tenía una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies.

Cuando aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara el demonio a su hija, él le respondió: “Deja que coman primero los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. La mujer le replicó: “Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños”.

Entonces Jesús le contestó:

“Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya de tu hija”. Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en la cama, y ya el demonio había salido de ella.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.



Reflexión


Los destinatarios del evangelio de Marcos son, en su mayoría, comunidades paganas; por ello el autor se empeña en mostrar la fe firme y sencilla de los no judíos. La mujer que acude a Jesús representa a toda esta comunidad, que según los judíos, no era heredera directa de la salvación de Dios, era simplemente merecedora de “migajas”, pues la promesa de Dios era únicamente para el pueblo judío. Jesús, en un primer momento, asume esta manera de comprender la salvación; sin embargo, la mujer cananea, gracias a su fe sincera y fuerte, hace que Jesús abra su comprensión permitiendo que el mensaje de salvación se haga efectivo en tierras paganas. Es importante la confesión de fe de esta mujer. Ella llama a Jesús “Señor”, lo reconoce como salvador, diferenciándose, de esta manera, de otras personas que habían visto en Jesús a un taumaturgo y no a alguien que verdaderamente puede traer la salvación. La intención de Marcos es exhortar a la comunidad eclesial a tener siempre abiertas las puertas al mundo, pues el mensaje de salvación es para todos sin excepción.

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