martes, 14 de diciembre de 2010

Lectura del Día

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Sofonías (3, 1-2.9-13)

“¡Ay de la ciudad rebelde y contaminada, de la ciudad potente y opresora! No ha escuchado la voz, ni ha aceptado la corrección. No ha confiado en el Señor, ni se ha vuelto hacia su Dios.

Pero hacia el fin daré otra vez a los pueblos labios puros, para que todos invoquen el nombre del Señor y lo sirvan todos bajo el mismo yugo.

Desde más allá de los ríos de Etiopía, hasta las últimas regiones del norte, los que me sirven me traerán ofrendas. Aquel día no sentirás ya vergüenza de haberme sido infiel, porque entonces yo quitaré de en medio de ti a los orgullosos y engreídos, y tú no volverás a ensoberbecerte en mí monte santo.

Aquel día, dice el Señor, yo dejaré en medio de ti, pueblo mío, un puñado de gente pobre y humilde. Este resto de Israel confiará en el nombre del Señor. No cometerá maldades ni dirá mentiras; no se hallará en su boca una lengua embustera. Permanecerán tranquilos y descansarán sin que nadie los moleste”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 33

El Señor escucha

el clamor de los pobres.

Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo.

El Señor escucha

el clamor de los pobres.

Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.

El Señor escucha

el clamor de los pobres.

En contra del malvado está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo. Escucha, en cambio, al hombre justo y lo libra de todas sus congojas.

El Señor escucha

el clamor de los pobres.

El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en él esperan.

El Señor escucha

el clamor de los pobres.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (21, 28-32)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús Dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

“¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. El le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue.¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?”

Ellos le respondieron:

“El segundo”.

Entonces Jesús les dijo:

“Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El evangelio de hoy va en conexión con el de ayer. Aún Jesús se encuentra en el templo de Jerusalén con los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, personajes que representan la máxima autoridad religiosa, política y económica de su sociedad. Jesús les propone la parábola del padre y sus dos hijos: el que hace la voluntad del Padre es aquél que se arrepiente, quien reconoce que no ha hecho su voluntad y retorna a él. En cambio hay otros, como los fariseos, que dicen cumplir la voluntad del Padre, pero no lo hacen. Ante ello, los que entran al reino de los cielos son los que creyeron en la predicación de Juan, en su bautismo de conversión, en su predicación de justicia; quienes tuvieron un cambio de vida que los transformó hacia Dios, como en este caso los publicanos y las prostitutas. Los sacerdotes y fariseos no creyeron en Juan, y ni aun viéndole se arrepienten para creer; y esto es lo que Jesús les cuestiona. No reconocen en la acción de Juan la legítima voluntad de Dios. ¿Estamos descubriendo hoy la voluntad de Dios en aquellas personas que desean transformar la conciencia de los hombres para crear un mundo más justo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario