martes, 7 de septiembre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Primera Lectura

Lectura de la primera carta

del apóstol san Pablo a los

corintios (6, 1-11)

Hermanos: Cuando alguno de ustedes tiene algo contra un hermano, ¿cómo se atreve a llevar el asunto ante los tribunales paganos y no ante los hermanos? ¿No saben que los hermanos van a juzgar al mundo? Y si ustedes van a juzgar al mundo, ¿no son acaso capaces de juzgar esas pequeñeces? ¿No saben que vamos a juzgar a los ángeles?

Pues, cuánto más los asuntos de esta vida.Sin embargo, ustedes, cuando tienen que resolver asuntos de esta vida, se los llevan a los que no tienen ninguna autoridad sobre la comunidad cristiana.

¿No les da vergüenza? ¿De modo que no hay entre ustedes ninguna persona competente, que pueda ser juez de ustedes, y van a pleitear, hermano contra hermano, ante los infieles?

El mismo hecho de que haya pleitos entre ustedes ya es una desgracia. ¿Por qué mejor no soportan la injusticia? ¿Por qué mejor no se dejan robar? Pero no, ustedes son los que hacen injusticias y despojan a los demás, que son sus propios hermanos.

¿Acaso no saben que los injustos no tendrán parte en el Reino de Dios? No se engañen: ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores tendrán parte en el Reino de Dios.

Y eso eran algunos de ustedes. Pero han sido lavados, consagrados y justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por medio del Espíritu de nuestro Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 149

El Señor es amigo

de su pueblo.

Entonen al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su creador y rey, en el Señor, alégrese Israel, su pueblo santo.

El Señor es amigo

de su pueblo.

En honor de su nombre, que haya danzas, alábenlo con arpa y tamboriles. El Señor es amigo de su pueblo y otorga la victoria a los humildes.

El Señor es amigo

de su pueblo.

Que se alegren los fieles en el triunfo, que inunde el regocijo sus hogares, que alaben al Señor con sus palabras, porque en esto su pueblo se complace.

El Señor es amigo

de su pueblo.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (6, 12-19)

Gloria a ti, Señor.

Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón.

Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El Señor antes de elegir a sus discípulos se puso en sintonía con el Padre a través de la oración, para acertar en la elección de los que lo iban a acompañar en este arduo camino del discipulado. Llamó a doce. La mayoría eran pescadores, sin ningún tipo de estatus social, ni de gran intelecto o capacidad, con todos los defectos habidos y por haber. El número Doce representa la continuidad del pueblo de Israel. Pero a estos doce los eligió Jesús para que fueran sus compañeros, así como nos ha elegido a nosotros, que aunque no somos los mejores, hemos respondido con generosidad al llamado del Señor. El discipulado implica, en primer lugar, sentirse llamado por el Señor. En segundo lugar, un camino de formación cuyo modelo es el mismo Jesús, que invita a la conversión de nuestros antiguos esquemas para adoptar el esquema del Evangelio. En tercer lugar, la disponibilidad/compromiso misionero: ponerse al servicio de la justicia, la paz, la verdad y el amor. En resumen, el verdadero discípulo es una persona a quien Dios llama a un seguimiento, el cual adquiere un compromiso con la humanidad. Respondamos con entrega incondicional al llamado que Dios mismo nos hace al discipulado.

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