lunes, 20 de septiembre de 2010

Lectura del dia

Primera Lectura
Lectura del libro de los
Proverbios (3, 27-34)


Hijo mío, no le niegues un favor a quien lo necesita, si lo puedes hacer. Si le puedes dar ahora a tu prójimo lo que te pide, no le digas: “Vete y vuelve mañana”.

No pienses en hacerle daño a tu prójimo, que ha puesto su confianza en ti. Con nadie entables pleito sin motivo, si no te ha hecho ningún daño.

No envidies al hombre malvado ni imites nunca sus acciones, porque el Señor aborrece a los perversos y es amigo del hombre justo.

El Señor maldice la casa del malvado y llena de bendiciones la del justo. El Señor se burla de aquellos que se burlan y con los humildes se muestra bondadoso. Los sensatos recibirán honores y los insensatos, ignominia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 14

¿Quién será grato a tus ojos,
Señor?

El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en todas sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia.

¿Quién será grato a tus ojos,
Señor?

Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo.

¿Quién será grato a tus ojos,
Señor?


Quien presta sin usura y quien no acepta sobornos en perjuicio de inocentes, ése será agradable a los ojos de Dios eternamente.

¿Quién será grato a tus ojos,
Señor?

Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (8, 16-18)
Gloria a ti, Señor.


En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.

Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener”.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El evangelio de hoy está haciendo una exhortación muy importante para nosotros que nos llamamos cristianos. Ser lámparas encendidas que iluminen a la humanidad. Pero para ser lámparas necesitamos recibir la luz que nos viene de la Palabra de Dios. Llevar la Palabra significa llevar a Jesús mismo. El que ha recibido la Palabra de Dios está en su deber de anunciarla, porque nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija o la mete debajo de la cama. Es tal el gozo de llevar la Palabra que el discípulo la coloca en el candelero para que los que entran vean la luz. ¿Ay de aquél que teniendo la luz de la Palabra se la guarde para sí? Sería un acto muy egoísta no compartir con los demás esa Palabra recibida, mientras que quien se siente de verdad comprometido con el anuncio profético, ese recibirá aún más porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará aun lo que parece tener. Cabe preguntarnos: ¿Estamos siendo ministros idóneos de la Palabra de Dios? o ¿la estamos escondiendo debajo de la cama, es decir, no estamos compartiendo con los otros ese don tan precioso? Qué estás haciendo tú para ayudar a diseminar la Palabra de Dios.

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