viernes, 3 de septiembre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la primera carta

del apóstol san Pablo a los

corintios (4, 1-5)

Hermanos: Procuren que todos nos consideren como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.

Ahora bien, lo que se busca en un administrador es que sea fiel. Por eso, lo que menos me preocupa es que me juzguen ustedes o un tribunal humano; pues ni siquiera yo me juzgo a mismo. Es cierto que mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente. El Señor es quien habrá de juzgarme. Por lo tanto, no juzguen antes de tiempo; esperen a que venga el Señor. Entonces él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas, pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada uno la alabanza que merezca.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 36

La salvación del justo

es el Señor.

Pon tu esperanza en Dios, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra. Busca en él tu alegría y te dará el Señor cuanto deseas.

La salvación del justo

es el Señor.

Pon tu vida en las manos del Señor, en él confía, y hará que tu virtud y tus derechos brillen igual que el sol de mediodía.

La salvación del justo

es el Señor.

Apártate del mal, practica el bien y tendrás una casa eternamente, porque al Señor le agrada lo que es justo y vela por sus fieles; en cambio, a los injustos los borrará de la tierra para siempre.

La salvación del justo

es el Señor.

La salvación del justo es el Señor; en la tribulación él es su amparo. A quien en él confía, Dios lo salva de los hombres malvados.

La salvación del justo

es el Señor.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (5, 33-39)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: “¿Por qué los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oración, igual que los discípulos de los fariseos, y los tuyos, en cambio, comen y beben?”

Jesús les contestó: “¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces ayunarán”.

Les dijo también una parábola:

Nadie rompe un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque echa a perder el nuevo, y al vestido viejo no le queda el remiendo del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres y entonces el vino se tira y los odres se echan a perder. El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos y así se conservan el vino y los odres. Y nadie, acabando de beber un vino añejo, acepta uno nuevo, pues dice: ‘El añejo es mejor’ ”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El ayuno era empleado en los momentos de duelo y lamentación por el pueblo judío. Los discípulos de Juan Bautista vivían ascéticamente; los discípulos de los fariseos eran observantes de los ayunos ceremoniales. Por eso, mientras Jesús esté en medio de los suyos éstos no podrán ayunar porque la alegría es tal que no es posible hacerlo. Jesús presenta tres parábolas que quieren demostrarnos que el pensamiento antiguo sobre Dios (castigador y vengativo), choca con la nueva concepción sobre Dios (el Padre amoroso, misericordioso). No se puede mezclar la Ley mosaica que oprimía al pueblo, con la Ley de Dios que nos enseñó Jesús: el amor. Es por eso que, no se puede remendar un vestido viejo con un trozo de uno nuevo; no se puede echar vino nuevo en odres viejos; nadie quiere un vino nuevo cuando ha probado antes el viejo. Dios ha hecho algo nuevo en Jesús. Nosotros, como cristianos, estamos llamados a seguir anunciando la Novedad de Jesús en este mundo lleno de tantas injusticias y muerte. Para eso, tenemos que estar abiertos a los nuevos tiempos que nos presenta el Espíritu de Dios y eso lo vamos logrando a través de la oración, la meditación y reflexión personal.

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