lunes, 13 de septiembre de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la primera carta

del apóstol san Pablo a los

corintios (11, 17-26)

Hermanos: Con respecto a las reuniones de ustedes ciertamente no puedo alabarlas, porque les hacen más daño que provecho. En efecto, he sabido que, cuando se reúnen en asamblea, hay divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Es cierto que tiene que haber divisiones, para que se ponga de manifiesto quiénes tienen verdadera virtud.

De modo que, cuando se reúnen en común, ya no es para comer la cena del Señor, porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga. ¿Acaso no tienen su propia casa para comer y beber? ¿O es que desprecian a la asamblea de Dios y quieren avergonzar a los que son pobres? ¿Qué quieren que les diga? ¿Que los alabe? En esto no los alabo.

Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos, y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:

“Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en memoria mía siempre que beban de él”.

Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 39

Aquí estoy, Señor,

para hacer tu voluntad.

Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy”.

Aquí estoy, Señor,

para hacer tu voluntad.

En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón.

Aquí estoy, Señor,

para hacer tu voluntad.

He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, lo sabes, Señor.

Aquí estoy, Señor,

para hacer tu voluntad.

Que se gocen en ti y que se alegren todos los que te buscan. Cuantos quieren de ti la salvación, repiten sin cesar:

“¡Qué grande es Dios!”

Aquí estoy, Señor,

para hacer tu voluntad.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Lucas (7, 1-10)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm.

Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo:

Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga”. Jesús se puso en marcha con ellos.

Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: “Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte.

Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: ‘¡Ve!’, y va; a otro: ‘¡Ven!’, y viene; y a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”. Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: “Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande”. Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El Evangelio de este día nos exhorta a una cosa en concreto: a vivir la fe desde la experiencia en Jesús. Un centurión romano oyó hablar de Jesús y al ver la situación en que se encontraba su criado lo manda a llamar. La fe intensa que demuestra el centurión, siendo una persona “no religiosa”, pero que seguramente simpatizaba con el judaísmo, nos manifiesta la profunda experiencia que debe haber tenido de Dios a pesar de su condición. Y esa misma experiencia hace que ocurra algo insólito: ‘el centurión pide a unos judíos “notables” que rogasen a Jesús para que sanara a su servidor’. Esto no se ve en ningún otro pasaje. El mismo Jesús se sorprende y exclama: ¡Una fe semejante no la he encontrado ni en Israel! La fe profunda de este centurión debe llamarnos la atención y preguntarnos: ¿Cómo estoy viviendo mi fe y compromiso frente a la necesidad del otro?

La Iglesia celebra a un gran santo en este día: San Juan Crisóstomo. Crisóstomo significa “Boca de Oro”, porque sus predicaciones eran admiradas por sus oyentes. Es considerado el orador más famoso que ha tenido la Iglesia. Pidamos al Señor que nos siga enviando muchos predicadores como él.

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