jueves, 23 de junio de 2011

Lectura del Día

Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis

(16, 1-12. 15-16)

Por aquel entonces, Saray, esposa de Abram, no le había dado hijos a éste; pero tenía una esclava egipcia, que se llamaba Agar. Saray le dijo entonces a Abram: “El Señor me ha hecho estéril. Acércate, pues, a mi esclava, a ver si por medio de ella puedo tener hijos’’. Y Abram siguió el consejo de Saray.

Así, a los diez años de vivir Abram en Canaán, Saray, su esposa, tomó a su esclava Agar, la egipcia, y se la dio por mujer a Abram. El se acercó a Agar y ella concibió. Pero luego, al verse encinta, Agar miraba con desprecio a su señora. Entonces Saray le dijo a Abram: “ eres el responsable de esta ofensa. Yo puse en tus brazos a mi esclava y ahora ella, al verse encinta, me mira con desprecio. Que el Señor juzgue entre y yo”. Abram le respondió a Saray: “Tu esclava está a tu disposición. Haz con ella lo que quieras”. Entonces Saray trató tan mal a Agar,

que ésta se escapó.

El ángel del Señor encontró a Agar junto a un manantial del desierto, el que está en el camino de Shur, y le dijo:

“Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?”

Ella le respondió: “Ando huyendo de Saray, mi señora”. El ángel del Señor le dijo: “Vuelve a la casa de tu señora y sométete a ella”. Y el ángel del Señor añadió: “Voy a hacer tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar. Mira, estás encinta y darás a luz un hijo, a quien llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en tu aflicción. Será como un potro salvaje: luchará contra todos, y todos contra él, y vivirá separado de sus hermanos”.

Agar le dio un hijo a Abram, y Abram llamó Ismael al hijo que Agar le había dado.

Abram tenía ochenta y seis años cuando Agar dio a luz a Ismael.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 105

Demos gracias al Señor,

porque es bueno.

Demos gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ¿Quién podrá contar las hazañas del Señor y alabarlo como él merece?

Demos gracias al Señor,

porque es bueno.

Dichosos los que cumplen la ley y obran siempre conforme a la justicia. Por el amor que tienes a tu pueblo, acuérdate de nosotros, Señor, y sálvanos.

Demos gracias al Señor,

porque es bueno.

Sálvanos, Señor, para que veamos la dicha de tus escogidos y nos alegremos y nos gloriemos junto con el pueblo que te pertenece.

Demos gracias al Señor,

porque es bueno.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor.

Aleluya.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (7, 21-29)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No todo el que me diga: ‘¡Señor, Señor!’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: ‘¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en

tu nombre, muchos milagros?’

Entonces yo les diré en su cara: ‘Nunca los he conocido. Aléjense de , ustedes, los que han hecho el mal’.

El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque

estaba construida sobre roca.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente”.

Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

La vida trae consigo muchas dificultades, y más, la vida cristiana las traerá por añadidura. Por eso, debemos construir nuestra casa sobre la roca que es Jesús mismo, para soportar todas las adversidades que se nos vengan. Quien no vaya cimentando su opción de vida cristiana en Cristo, fácilmente sucumbirá ante la calamidad. Por eso, no todo el que diga ¡Señor! de pura boca puede decir que anda en la luz. Jesús es bien claro: “Quien escucha estas palabras mías y no las pone en práctica.”, quien sabiendo lo que tiene que hacer no lo hace, ése no es digno de llamarse discípulo de Cristo. ¡Ha sido una ruina terrible! Es un hombre necio. En cambio, “quien escucha la palabra y la pone en práctica”, ése es digno de llamarse discípulo de Cristo, hombre prudente, que sabe lo que quiere y a dónde va. El que confía plenamente en el Señor, no le teme a ninguna tempestad; ni esa tempestad derrumbará lo que ha construido con esfuerzo y dedicación, con escucha atenta y disponibilidad.

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