jueves, 2 de junio de 2011

Lectura del Día

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles (18, 1-8)

En aquellos días, Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un judío, llamado Aquila, natural del Ponto, que acababa de llegar de Italia con su mujer, Priscila, en acatamiento a las órdenes de Claudio, que expulsó de Roma a todos los judíos. Pablo se acercó a ellos, y como eran del mismo oficio, se quedó a vivir y a trabajar con ellos. Su oficio era fabricar tiendas de campaña. Cada sábado Pablo discutía en la sinagoga y trataba de convencer a judíos y griegos.

Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó por completo a la predicación y afirmó delante de los judíos que Jesús era el Mesías. Como éstos lo contradecían y lo insultaban, se rasgó las vestiduras y dijo:

Que la sangre de ustedes caiga sobre su propia cabeza: yo soy inocente. De ahora en adelante, iré a hablar a los paganos”.

Salió de allí y entró en la casa de Tito Justo, que adoraba a Dios, y cuya casa estaba al lado de la sinagoga.

Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, junto con toda su familia. Asimismo, al oír a Pablo, muchos de los corintios creyeron y recibieron el bautismo.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 97

El Señor nos ha demostrado

su amor y su lealtad. Aleluya.

Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria.

El Señor nos ha demostrado

su amor y su lealtad. Aleluya.

El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia Israel.

El Señor nos ha demostrado

su amor y su lealtad. Aleluya.

La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor.

El Señor nos ha demostrado

su amor y su lealtad. Aleluya.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Juan (16, 16-20)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver”. Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros:

“¿Qué querrá decir con eso de que: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán, y dentro de otro poco me volverán a ver’, y con eso de que: ‘Me voy al Padre’?” Y se decían: “¿Qué significa ese ‘un poco’? No entendemos lo que quiere decir”.

Jesús comprendió que querían preguntarle algo y les dijo:

Están confundidos porque les he dicho: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver’.

Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

En esta despedida de Jesús a sus discípulos, que viene haciéndose cada vez más intensa en contenido, en cada aseveración quedarán enseñanzas de vital importancia para la iglesia. Primero observamos que Jesús ya se ha dado cuenta de lo impactante que va a resultar su ausencia para el grupo. Después de compartir juntos tantos momentos, el hecho de tener que irse va a ser algo negativo por la inseguridad que esto pueda originar. A pesar de eso, esta ausencia tiene que darse, porque de ella dependerá la madurez y sobrevivencia de las futuras comunidades.

Los discípulos parecen sorprendidos por las palabras de Jesús, no comprenden lo que quiere decir con ese "me voy al Padre". Él sólo les ha querido decir, a pesar de lo mal que se van a sentir por su ausencia, lo necesario que es el que la opción por el Reino se debe hacer en completa libertad, para lo cual se precisa de un proceso interior que ellos deben experimentar solos. En la medida que crezcan en libertad su decisión va a ser el fruto de una opción y no algo forzado por &laqnoobligación» sentida ante Dios.

Todas nuestras comunidades, en su proceso de conversión, deben ser conocedoras de que todas las iniciativas del camino que conduce al Reino no están puestas exclusivamente en Dios. También nosotros estamos ahí comprometidos. Dios no va hace nada sin nosotros, no va a imponer nada. Dios respeta nuestra libertad. Y por eso nosotros debemos responderle desde nuestra libertad, individual y grupal. Esa madurez que Dios nos pide que tengamos de cara a la aceptación libre y por convicción de su proyecto, es de vital importancia para nuestra vida, ya que cada persona, a pesar de no perder nunca la posibilidad de apoyarse en Dios siempre que sea necesario, sea también responsable de su salvación individual y grupal.

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