martes, 17 de mayo de 2011

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles (11, 19-26)

En aquellos días, algunos de los que se habían dispersado, huyendo de la persecución desatada después de la muerte de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía; pero predicaban el Evangelio solamente a los judíos.

Sin embargo, hubo entre ellos algunos chipriotas y cirenenses, que al llegar a Antioquía, comenzaron a dirigirse también a los griegos y a predicarles el Evangelio del Señor Jesús. Y como la mano del Señor estaba con ellos, muchos se convirtieron y abrazaron la fe.

Cuando llegaron estas noticias a la comunidad cristiana de Jerusalén, Bernabé fue enviado a Antioquía. Llegó Bernabé, y viendo la acción de la gracia de Dios, se alegró mucho; y como era hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe, exhortó a todos a que, firmes en su propósito, permanecieran fieles al Señor. Así se ganó para el Señor una gran muchedumbre.

Entonces Bernabé partió hacia Tarso, en busca de Saulo; y cuando lo encontró, lo llevó consigo a Antioquía. Ambos vivieron durante todo un año en esa comunidad y enseñaron a mucha gente. Allí, en Antioquía, fue donde por primera vez los discípulos recibieron el nombre de “cristianos”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 86

Alaben al Señor

todos los pueblos. Aleluya.

Jerusalén gloriosa, el Señor ha puesto en ti su templo. eres más querida para Dios que todos los santuarios de Israel.

Alaben al Señor

todos los pueblos. Aleluya.

De ti, Jerusalén, ciudad del Señor, se dirán maravillas. Egipto y Babilonia adorarán al Señor; los filisteos, con Tiro y Etiopía, serán como tus hijos.

Alaben al Señor

todos los pueblos. Aleluya.

Y de ti, Jerusalén, afirmarán: “Todos los pueblos han nacido

en ti y el Altísimo es tu fortaleza”.

Alaben al Señor

todos los pueblos. Aleluya.

El Señor registrará en el libro de la vida a cada pueblo, convertido en ciudadano tuyo; y todos los pueblos te cantarán, bailando: “ eres la fuente de nuestra salvación”.

Alaben al Señor

todos los pueblos. Aleluya.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Juan (10, 22-30)

Gloria a ti, Señor.

Por aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo. Era invierno. Jesús se paseaba por el templo, bajo el pórtico de Salomón. Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron:

“¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si eres el Mesías, dínoslo claramente”.

Jesús les respondió:

Ya se lo he dicho y no me creen.

Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de , pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.

Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del padre. El Padre y yo somos uno”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús


Reflexión

Declarándose a mismo como el único pastor con quien las ovejas pueden sentirse seguras, Jesús declara la ineptitud y la falsedad de los que se tienen a mismos como pastores del pueblo. La reacción más inmediata que provoca Jesús con estas palabras es que sus oyentes se dividen en dos bandos: Los que creen en sus palabras y aceptan que en verdad él es el enviado de Dios, y el bando de quienes sólo ven en él a un endemoniado y loco.

Para este segundo grupo, a quienes comúnmente Juan denominajudíos”, Jesús es un embaucador y mentiroso. Sin embargo, como nos muestra hoy el evangelio, aun estos mismos judíos empedernidos lo abordan hoy en el marco de la celebración de la fiesta de la Dedicación, para interrogarlo: “¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si eres el Mesías, dilo claramente”.

Jesús no se vuelve atrás; una vez más declara que , que ya lo ha dicho; pero subraya que sus oyentes no pueden entenderlo, ni pueden ver en él al enviado de Dios, por una razón muy sencilla: No creen



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