viernes, 11 de marzo de 2011

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Isaías (58, 1-9)

Esto dice el Señor: “Clama a voz en cuello y que nadie te detenga. Alza la voz como trompeta. Denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.

Me buscan día a día y quieren conocer mi voluntad, como si fuera un pueblo que practicara la justicia y respetara los juicios de Dios. Me piden sentencias justas y anhelan tener cerca a Dios. Me dicen todos los días: ‘¿Para qué ayunamos, si tú no nos ves? ¿Para qué nos sacrificamos, si no te das por enterado?’

Es que el día en que ustedes ayunan encuentran la forma de hacer negocio y oprimen a sus trabajadores.

Es que ayunan, sí, para luego reñir y disputar, para dar puñetazos sin piedad. Ese no es un ayuno que haga oír en el cielo la voz de ustedes.

¿Acaso es éste el ayuno que me agrada? ¿Es ésta la mortificación que yo acepto del hombre: encorvar la cabeza como un junco y acostarse sobre saco y ceniza? ¿A esto llaman ayuno y día agradable al Señor?

El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el Señor: Que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano.

Entonces surgirá tu luz como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas; te abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu marcha.

Entonces clamarás al Señor y te responderá; lo llamarás y te dirá: ‘Aquí estoy’ ”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 50

A un corazón contrito, Señor,

no lo desprecias.

Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados.

A un corazón contrito, Señor,

no lo desprecias.

Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti solo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo.

A un corazón contrito, Señor,

no lo desprecias.

Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias.

A un corazón contrito, Señor,

no lo desprecias.


Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (9, 14-15)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió:

“¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexión

En la Biblia el noviazgo representa la alianza de amor de Dios con su pueblo. Pero el pueblo elegido para dar testimonio del amor universal y misericordioso de Dios dejó plantado al Novio (Yahvé) y se casó con un culto de ayunos y ritos vacíos de liberación y lleno de leyes opresoras para los más débiles. Ahora está de nuevo el Novio (Jesús) con una nueva oferta de misericordia y gratuidad. La comunidad mesiánica, compuesta por hombres y mujeres marginados, está de fiesta. ¿Cómo pueden los líderes religiosos ser tan insensibles ante la alegría de los pobres y pecadores, que han descubierto que, en Jesús, Dios mismo ha salido a buscarles como ovejas perdidas y les ha sentado a su mesa para devolverles la dignidad y la autoestima que la Ley excluyente del Templo les había robado? ¿Cómo no ven la gratuidad que se derrama como un vino nuevo sobre sus corazones, resecos por la soledad y el aislamiento? ¿Cómo quieren que haya ayuno, si el Reino está floreciendo entre sus manos? -- Y nosotros, ¿cómo andamos de sensibilidad para acoger a quienes son excluidos en nuestra iglesia y en nuestra sociedad?

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