miércoles, 2 de marzo de 2011

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura del libro del

Eclesiástico (Sirácide)

(36, 1-2. 5-6. 13-19)

Míranos y ten piedad de nosotros, Señor, Dios del universo; infunde tu temor a todas las naciones, para que ellas sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay otro Dios fuera de ti.

Repite tus prodigios y haz nuevos portentos; reúne a todas las tribus de Jacob, y devuélveles la tierra que antaño poseyeron.

Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre: de Israel, a quien elegiste por primogénito. Ten compasión de tu ciudad santa, Jerusalén, que es el lugar de tu reposo.

Llena a Sión con la fama de tus maravillas y a tu pueblo con tu gloria; cumple las promesas que hiciste a tus primeros hijos, realiza las profecías pronunciadas en tu nombre.

Recompensa a los que esperan en ti, para mostrar que tus profetas son dignos de fe. Por amor a tu pueblo escucha las súplicas de tus siervos; y que toda la tierra reconozca que tú eres el Señor, el Dios eterno.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.


Salmo Responsorial Salmo 78

Muéstranos, Señor,

tu misericordia.

No recuerdes, Señor, contra nosotros las culpas de nuestros padres. Que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos.

Muéstranos, Señor,

tu misericordia.

Para que sepan quién eres, socórrenos, Dios y salvador nuestro. Para que sepan quién eres, sálvanos y perdona nuestros pecados.

Muéstranos, Señor,

tu misericordia.

Que lleguen hasta ti los gemidos del cautivo; con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte. Y nosotros, pueblo tuyo y ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre y de generación en generación te alabaremos.

Muéstranos, Señor, tu

misericordia.


Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Marcos (10, 32-45)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban camino de Jerusalén y Jesús se les iba adelantando. Los discípulos estaban sorprendidos y la gente que lo seguía tenía miedo. El se llevó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: “Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los paganos; se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero al tercer día resucitará”.

Entonces se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. El les dijo: “¿Qué es lo que desean?”Le respondieron: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replicó: “No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?” Le respondieron: “Sí podemos”.

Y Jesús les dijo: “Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado”.

Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: “Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.




Reflexión



Desde el comienzo del evangelio de Marcos Jesús aparece invitando a hombres y mujeres a seguirle. Y es justamente en ese camino de Galilea a Jerusalén donde Jesús va explicando claramente cuáles son las principales actitudes del discípulo. Es en ese camino, que le conduce a él al supremo servicio de entregar su vida, donde debe corregir en su comunidad la herejía del poder. Esta herejía no consiste en cometer un error teórico, sino en desfigurar el rostro y la misión de Jesús. Cada cristiano debe mostrar el verdadero rostro de Jesús y su misión. La forma de organizar nuestra comunidad, nuestra iglesia, puede o mostrar o desfigurar el rostro de Jesús.

Jesús entendía el ejercicio del poder como servicio, y además como servicio compartido entre servidores, con orden y con diferentes roles, pero sin jerarquías ni centralización del poder. Pero entre Jesús y nosotros hubo un acontecimiento que marcó a la Iglesia para siempre: la alianza con el emperador Constantino. Y desde entonces fuimos volviéndonos, como Juan y Santiago, buscadores del poder y no del servicio.


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