martes, 24 de agosto de 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del
Apocalipsis del apóstol san
Juan (21, 9-14)

Uno de los ángeles me habló y me dijo: “Ven, que te voy a enseñar a la novia, a la esposa del Cordero”. Entonces me transportó en espíritu a una montaña elevada y me mostró a Jerusalén, la ciudad santa, que descendía del cielo, resplandeciente con la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra preciosa, como el de un diamante cristalino.

Tenía una muralla ancha y elevada, con doce puertas monumentales, y sobre ellas, doce ángeles y doce nombres escritos, los nombres de las doce tribus de Israel. Tres de estas puertas daban al oriente, tres al norte, tres al sur y tres al poniente. La muralla descansaba sobre doce cimientos, en los que estaban escritos los doce nombres de los apóstoles del Cordero.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


Salmo Responsorial Salmo 144

Señor, que todos tus fieles
te bendigan.


Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas.

Señor, que todos tus fieles
te bendigan.

Que muestren a los hombres tus proezas, el esplendor y la gloria de tu reino. Tu reino, Señor, es para siempre y tu imperio, por todas las generaciones.

Señor, que todos tus fieles
te bendigan.


Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.

Señor, que todos tus fieles
te bendigan.


Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (1, 45-51)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo:

“Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José”.

Natanael replicó: “¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?”

Felipe le contestó: “Ven y lo verás”.

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo:

“Este es un verdadero israelita en el que no hay doblez”.

Natanael le preguntó: “¿De dónde me conoces?” Jesús le respondió: “Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera”.

Respondió Natanael: “Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel”.

Jesús le contestó: “Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver”. Después añadió: “Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

La Palabra de Dios nos invita hoy a meditar un proyecto de vocación cristiana hacia el discipulado, que nos obliga a discernir toda duda para convencernos definitivamente de que Jesús es el maestro a quien debemos seguir.

En la primera lectura se toma el simbolismo de los doce, que son comparados con las puertas de la nueva Jerusalén. Estas puertas son los caminos que el cristianismo tiene para entrar y configurarse con Cristo mismo, quien da un sentido nuevo a la historia de la humanidad.

En el evangelio nos encontramos con la famosa pregunta de Natanael: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?” Tal duda revela cierta desconfianza; sin embargo este invitado no deja de acudir al llamado, que en este caso ha sido mediado por Felipe. El encuentro con Jesús le cambiará la vida a Natanael, quien, una vez escuche a Jesús, creerá y lo seguirá fielmente.

Hoy los cristianos necesitamos reactivar nuestra vocación. En este sentido es importante contar con mediadores como Felipe que nos ayuden a “ir y ver”. Seguramente han sido muchas las veces en que nos hemos sentido llamados, y muchas también las veces en que las dudas y las desconfianzas nos han asaltado. Ahí está Jesús, en espera de que nos atrevamos a correr el riesgo de ser sus discípulos y misioneros.

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