lunes, 30 de agosto de 2010

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura de la primera carta

del apóstol san Pablo a loscorintios (2, 1—5)

Os anuncié el misterio de Cristo crucificado

Yo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.

Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 118

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

¡Cuánto amo tu voluntad!: / todo el día estoy meditando. R.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos, / siempre me acompaña. R.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Soy más docto que todos mis maestros, / porque medito tus preceptos. R.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Soy más sagaz que los ancianos, / porque cumplo tus leyes. R.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Aparto mi pie de toda senda mala, / para guardar tu palabra. R.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

No me aparto de tus mandamientos, / porque tú me has instruido. R.

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Lucas 4, 16-30

Gloria a ti, Señor.

Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres... Ningún profeta es bien mirado en su tierra

En aquel tiempo fue Jesús a Nazaret, donde se había criado; entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor". Y, enrollando el libro, lo devolvió al que lo ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: "Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír". Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: "¿No es éste el hijo de José?" Y les dijo: "Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz también aquí, en tu tierra, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm". Y añadió: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado más que Naamán, el sirio". Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta un relato programático en el ministerio de Jesús.

Después de la lectura continua de los evangelios de Marcos y de Mateo, abordamos hoy el evangelio según san Lucas, que nos conducirá hasta el fin de noviembre -de la 22ª a la 34ª semana del tiempo ordinario-.

El texto del Evangelio según san Lucas nos suena a cosa conocida. Lo encontramos casi literalmente en el capítulo 13 de san Mateo. Ello no obstante, conviene recordar tan luminosos pensamientos y actitudes. Jesús se siente el Enviado, el Mesías, el Salvador. Tiene plena conciencia de quién es y a qué viene, y lo expresa públicamente en forma sobrecogedora: en mí se están cumpliendo las profecías.

Los nazaretanos no le comprenden; pero están al tanto de que ya ha obrado milagros por Cafarnaúm, y le arguyen de frente: si quieres que aceptemos esas palabras tuyas, demuestra primero con milagros quién eres de verdad. Si no, cállate. ¡Lenguaje lamentable! De ahí que Jesús añada: ¿para qué milagros? Ningún profeta es bien mirado en su tierra. Me pedís exhibición de milagros, y a mí lo que me interesa es encontrar actitud de fe. Vuestro camino no es bueno.

Hoy, nosotros no podemos menos que asumir algunos criterios que deja claro el texto para nuestra labor misionera, ya sea en la familia, en el trabajo o en la Iglesia: primero, es fundamental conocer la realidad local para ubicar el anuncio; segundo el anuncio de buenas noticias ha de tener destinatarios precisos: los más pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos; Tercero, superar el discurso para hacer realidad el anuncio con las acciones; y cuarto asumir con valentía las consecuencias de este programa profético.

No repitamos nosotros la escena: Donde percibamos aliento y presencia de Dios, abrámonos a ella. Donde percibamos que hay dolor, sufrimiento, pongamos ayuda. Donde percibamos que hay injusticia, pongamos verdad. Donde percibamos que a la mente le falta corazón, pongamos amor...

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