lunes, 2 de agosto de 2010

Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Jeremías (28, 1-17)


El quinto mes del cuarto año del reinado de Sedecías, Jananías, hijo de Azur y profeta de Gabaón, le dijo a Jeremías en el templo, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: “Esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Voy a romper el yugo del rey de Babilonia. Dentro de dos años haré que se devuelvan todos los objetos del templo del Señor, que el rey Nabucodonosor tomó de este lugar y se llevó a Babilonia; haré volver a Jeconías, hijo de Joaquín y rey de Judá, y a todos los desterrados de Judá que han ido a Babilonia, en cuanto yo rompa, dice el Señor, el yugo del rey Nabucodonosor’ ”.

Entonces el profeta Jeremías le respondió a Jananías, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en el templo del Señor: “Amén. Que así lo haga el Señor. Que el Señor confirme lo que has predicho y haga retornar de Babilonia a este lugar los objetos del templo del Señor y a todos los desterrados.

Pero, pon atención a lo que voy a decirte delante de todo el pueblo: Antes de mí y antes de ti, siempre ha habido profetas que predijeron a muchos países y a grandes reinos la guerra, el hambre y la peste. Y cuando un profeta predice la paz, sólo hasta que se cumplen sus palabras, se puede reconocer que es verdadero profeta, enviado por el Señor”. Entonces Jananías tomó el yugo que traía Jeremías en el cuello, lo rompió y dijo delante de todo el pueblo:

“Esto dice el Señor: ‘Así romperé el yugo de Nabucodonosor, rey de Babilonia, dentro de dos años y lo quitaré del cuello de todas las naciones’ ”.

Jeremías se alejó de allí. Pero un tiempo después de que Jananías había roto el yugo del cuello del profeta Jeremías, el Señor le habló a éste y le dijo:

“Ve y dile a Jananías: ‘Esto dice el Señor: Has roto un yugo de madera, pero yo lo sustituiré por uno de hierro. Porque esto dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: He puesto en el cuello de todas estas naciones un yugo de hierro, para someterlas al servicio de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y hasta las bestias del campo lo servirán’ ”.

Y Jeremías añadió: “Escucha, Jananías: No te ha enviado el Señor y tú has hecho que el pueblo crea en una mentira. Por eso el Señor te dice: ‘Yo te borraré de la superficie de la tierra. Este año morirás, por haber incitado a la rebelión contra el Señor’ ”. Y el profeta Jananías murió aquel mismo año, en el mes séptimo.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


Salmo Responsorial Salmo 118

Enséñame, Señor,
tus mandamientos.


Apártame de los caminos falsos y dame la gracia de cumplir tu voluntad. No quites de mi boca las palabras sinceras, porque yo espero en tus mandamientos.

Enséñame, Señor,
tus mandamientos.


Que se vuelvan hacia mí tus fieles, los que hacen caso de tus preceptos. Que sea mi corazón perfecto en tus leyes, así no quedaré avergonzado.

Enséñame, Señor,
tus mandamientos.


Los malvados me esperaban para matarme, pero yo meditaba tus preceptos. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.

Enséñame, Señor,
tus mandamientos.


Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Mateo (14, 13-21)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos.

Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: “Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer”. Pero Jesús les replicó:

“No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer”.

Ellos le contestaron: “No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados”.

El les dijo: “Tráiganmelos”.

Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexón

El evangelio de Mateo, hoy nos presenta un relato bastante claro, en lo que tiene que ver con la confianza en el proyecto de Dios anunciado por Jesús.

Los discípulos más cercanos de Jesús, no acaban de comprenderlo todo, su preocupación es por que es tarde, el lugar es despoblado y aparentemente no hay cómo solucionar la necesidad de la comida, ellos aún no entienden el plan de Dios que se está revelando en Jesús, por eso mismo, El Maestro, los confronta y los involucra en la responsabilidad de dar de comer, de organizar al pueblo y de servirle.

Esta es la lógica de nueva profecía, Jesús esta planteando el programa de su proyecto en el que no puede faltar la compasión, el acompañamiento, la acogida, el pan compartido y sobre todo la presencia de Dios.

Hoy la Palabra de Dios también nos confronta y pregunta ¿hacia dónde está orientada nuestra fe? ¿Hemos, acaso, caído en falsas esperanzas, hemos creído que tener cosas relativamente seguras es lo que nos garantiza la presencia de Dios? Jesús hoy nos está haciendo un llamado urgente a llenar nuestra vida de la verdadera esperanza en el Dios de la Vida, una esperanza activa, caracterizada por el servicio, la compasión y la acogida con los más necesitados de nuestros días.

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