sábado, 16 de julio de 2011

Lectura del Día

Primera Lectura

Lectura del libro del Exodo

(12, 37-42)

En aquellos días, los hijos de Israel partieron de Ramsés hacia Sukot; eran unos seiscientos mil hombres, sin contar a los niños. Salió también con ellos una enorme y abigarrada muchedumbre con grandes rebaños de ovejas, vacas y otros animales. De la masa que habían sacado de Egipto cocieron piezas de pan ázimo, no fermentado; pues los egipcios, al arrojarlos del país, no les dieron tiempo de dejar fermentar la masa, ni de tomar provisiones para el camino.

Los hijos de Israel estuvieron en Egipto cuatrocientos treinta años. El mismo día que se cumplían los cuatrocientos treinta años, salieron de la tierra de Egipto todos los ejércitos del Señor. Esa noche veló el Señor, para sacarlos de Egipto. Por eso, esta noche será noche de vela en honor del Señor para todos los hijos de Israel, de generación en generación.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 135

Demos gracias al Señor,

porque él es bueno.

Demos gracias al Señor, porque él es bueno; él se acordó de nosotros en nuestra humillación y nos libró de nuestros enemigos.

Demos gracias al Señor,

porque él es bueno.

Demos gracias al que hirió a los primogénitos egipcios y sacó a Israel de aquel país con mano poderosa, con brazo extendido.

Demos gracias al Señor,

porque él es bueno.

Demos gracias al que en dos partió el mar Rojo, condujo a Israel entre las aguas y arrojó en el mar Rojo al faraón y a su ejército.

Demos gracias al Señor,

porque él es bueno.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (12, 14-21)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. Muchos lo siguieron y él curó a todos los enfermos y les mandó enérgicamente que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías:

Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi Espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea, hasta que haga triunfar la justicia sobre la tierra; y en él pondrán todas las naciones su esperanza.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El evangelista Mateo resume en este pasaje la actividad sanadora de Jesús y la interpreta a la luz de la profecía del pueblo de Israel. La profecía habla del amor de Dios por su siervo sufriente. Jesús se muestra bondadosa y completamente adherido al débil, al descorazonado. Esta opción de Jesús por la justicia hace que los escribas y fariseos quieran eliminarle, ya que no resisten sus duros cuestionamientos al culto, al Templo y a la Ley. Jesús es el siervo sufriente de Yahvé que asume los conflictos con esperanza y resistencia. No podemos hacer la “vista gorda” ante las necesidades históricas de los demás, ante la opresión que se descarga colectivamente sobre el pueblo y, en especial, sobre el pueblo pobre e itinerante hacia su liberación. Y debemos darnos cuenta de la gran responsabilidad misionera, política y eclesial, para con todas las personas que comparten el destino de Jesús. El acontecer del Reino en la historia y en la condición de la humanidad se realizará por un serio compromiso por la justicia de los ajusticiados, empobrecidos y marginados de este mundo.



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