miércoles, 6 de julio de 2011

Lectura del Día

Primera Lectura

Lectura del libro del Génesis

(41, 55-57; 42, 5-7. 17-24)

En aquellos días, en todo el país de Egipto hubo hambre, y el pueblo clamó al faraón, pidiéndole pan. El faraón le respondió al pueblo: “Vayan a José y hagan lo que él les diga”. Entonces José mandó abrir todas las bodegas y abasteció de víveres a los egipcios. Y como el hambre se extendiera por toda la tierra, de todos los países iban a Egipto para comprar víveres a José y remediar la carestía.

Los hijos de Jacob, junto con otros, fueron también a Egipto a comprar víveres, pues había hambre en el país de Canaán. José gobernaba en todo Egipto y los víveres se distribuían a todo el mundo, según sus indicaciones. Llegaron los hermanos de José y se postraron en su presencia. Al verlos, José los reconoció, y sin embargo, como a desconocidos, les preguntó con severidad:

“¿De dónde vienen?” Ellos respondieron: “Venimos de Canaán a comprar provisiones”.

José los acusó de ser espías y durante tres días los metió en la cárcel.

Al tercer día José los mandó sacar y les dijo: “Yo también temo a Dios. Si hacen lo que les voy a decir, salvarán su vida. Si son gente de bien, uno de ustedes se quedará detenido en la prisión, mientras los demás van a llevar a sus casas las provisiones que han comprado.

Luego me traen a su hermano menor, para que pueda yo comprobar si me han dicho la

verdad. Así no morirán”.

Ellos estuvieron de acuerdo y se decían los unos a los otros:

“Con razón estamos sufriendo ahora, porque pecamos contra nuestro hermano José, cuya angustia veíamos, cuando nos pedía que tuviéramos compasión de él, y no le hicimos caso. Por eso ha caído sobre nosotros esta desgracia”. Rubén añadió:

“¿No les decía yo que no le hiciéramos daño al niño y no me hicieron caso? Ahora nos están pidiendo cuentas de su vida”.

Como estaban hablando por medio de un intérprete, ellos ignoraban que José les entendía. Entonces José se alejó de ellos y rompió a llorar.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 32

Muéstranos, Señor,

tu misericordia.

Demos gracias a Dios al son del arpa, que la lira acompañe nuestros cantos; cantemos en su honor nuevos cantares, al compás de instrumentos alabémoslo.

Muéstranos, Señor,

tu misericordia.

Frustra el Señor los planes de los pueblos y hace que se malogren sus designios. Los proyectos de Dios duran por siempre; los planes de su amor, todos los siglos.

Muéstranos, Señor,

tu misericordia.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida.

Muéstranos, Señor,

tu misericordia.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (10, 1-7)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, llamando Jesús a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos del Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:

“No vayan a tierra de paganos, ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

El capítulodiez de Mateo es considerado como el DiscursoMisionero. En el pasajedel llamado al discipulado, los elegidos son doce; lo importante es que esta invitación representa la universalidad del pueblo de Dios, que peregrinará por el reino anunciado por Jesús. Los llamados y enviados tienen que acoger una serie de exigencias que resultan ineludibles en el seguimiento: Luchar por el acontecer de un proyecto alternativo en la realidad humana: el Reino; con un modo peculiar de vida, una vida en comunidad; con actitudes concretas de solidaridad, servicio y caridad; y compartiendo el mismo destino del maestro. Por eso la importancia de sentir el llamado con nombre propio, sintiéndose discípulo, cumpliendo la voluntad de Dios. Todos los quenos sentimos elegidos por Jesús, somos enviados a manifestar que es posible una sociedad diferente en medio de la injusticia y la corrupción; y, más aún, a anunciar a las comunidades humanas, tanto creyentes como no, que nuestra tarea es estar donde se necesita redención y justicia.

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