sábado, 30 de abril de 2011

Lectura del día

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos

de los Apóstoles (4, 13-21)

En aquellos días, los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas, se quedaron sorprendidos al ver el aplomo con que Pedro y Juan hablaban, pues sabían que eran hombres del pueblo sin ninguna instrucción. Ya los habían reconocido como pertenecientes al grupo que andaba con Jesús, pero no se atrevían a refutarlos, porque ahí estaba de pie, entre ellos, el hombre paralítico que había sido curado.

Por consiguiente, les mandaron que salieran del sanedrín, y ellos comenzaron a deliberar entre : “¿Qué vamos a hacer con estos hombres? Han hecho un milagro evidente, que todo Jerusalén conoce y que no podemos negar; pero a fin de que todo esto no se divulgue más entre el pueblo, hay que prohibirles con amenazas hablar en nombre de Jesús”.

Entonces mandaron llamar a Pedro y a Juan y les ordenaron que por ningún motivo hablaran ni enseñaran en nombre de Jesús. Ellos replicaron: “Digan ustedes mismos si es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos dejar de contar lo que hemos visto y oído”.

Los miembros del sanedrín repitieron las amenazas y los soltaron, porque no encontraron la manera de castigarlos, ya que el pueblo entero glorificaba a Dios por lo sucedido.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 117

La diestra del Señor

ha hecho maravillas. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. El Señor es mi fuerza y mi alegría; en el Señor está mi salvación.

Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos:

La diestra del Señor

ha hecho maravillas. Aleluya.

“La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo”. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte.

La diestra del Señor

ha hecho maravillas. Aleluya.

Ábranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entrarán los que le viven fieles. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para la salvación.

La diestra del Señor

ha hecho maravillas. Aleluya.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Marcos (16, 9-15)

Gloria a ti, Señor.

Habiendo resucitado al amanecer del primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había arrojado siete demonios. Ella fue a llevar la noticia a los discípulos, los cuales estaban llorando, agobiados por la tristeza; pero cuando la oyeron decir que estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron.

Después de esto, se apareció en otra forma a dos discípulos, que iban de camino hacia una aldea. También ellos fueron a anunciarlo a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron.

Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no les habían creído a los que lo habían visto resucitado. Jesús les dijo entonces: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Los discípulos se resisten a creer el testimonio de María Magdalena, porque era un solo testigo y, peor aún, era mujer. En realidad tampoco les creyeron a los dos discípulos a quienes también se les había aparecido Jesús. Tiene que ser Jesús mismo quien se haga presente para reprocharles su incredulidad y su terquedad. Jesús les recrimina su falta de fe y, con todo, sigue contando con ellos y se arriesga a continuar con ellos su misión. El anuncio de la resurrección de Jesús consiste en transformar la realidad, porque “El reino no es otro mundo, sino este mundo totalmente otro”. La comunidad recibe el mandato de ir por el mundo a anunciar la Buena Noticia. Ayer ellos, y hoy nosotros, tenemos que proclamar que su camino fue un camino de vida, aunque tuviera que pasar por la muerte. Lo sabemos de sobra, pero hay que llevarlo a la práctica cada día. En la Asamblea de Obispos de América y del Caribe, en Aparecida (Brasil), se no recalcó que no podemos ser discípulos si no somos misioneros. El seguidor de Jesús esdiscípulo-misionero”.


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