sábado, 17 de julio de 2010

Primera Lectura

Lectura del libro del profeta

Miqueas (2, 1-5)

¡Ay de aquellos que planean injusticias, que traman el mal durante la noche y al despuntar la mañana, lo ejecutan, porque son gente poderosa! Codician los campos y los roban, codician las casas y las usurpan, violando todos los derechos arruinan al hombre y lo despojan de su herencia.

Por eso dice el Señor:

Estoy planeando contra esta gente una serie de calamidades de las que no podrán escapar. Entonces ya no caminarán con altivez, porque será un tiempo de desgracias. Aquel día, la gente se burlará de ellos y les cantará un triste canto: Nos han despojado de todo y se han repartido nuestra tierras; se han apoderado de nuestra herencia y no hay quien nos la devuelva”.

Por eso dice el Señor:

Cuando la asamblea del pueblo distribuya nuevamente las tierras, no habrá parte para ellos”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Salmo 9

Señor, no te olvides

de los pobres.

¿Por qué te quedas lejos, Señor, y te escondes en el momento de la angustia? La soberbia del malvado oprime al pobre. ¡Que se enrede en las intrigas que ha tramado!

Señor, no te olvides

de los pobres.

El malvado presume de su ambición y el avaro maldice al Señor. El malvado dice con insolencia que no hay Dios que le pida cuentas.

Señor, no te olvides

de los pobres.

Su boca está llena de engaños y fraudes, su lengua esconde maldad y opresión; se agazapa junto a la casa del inocente para matarlo a escondidas.

Señor, no te olvides

de los pobres.

Pero tu, Señor, ves las penas y los trabajos los miras y los tomas en tus manos; el pobre se encomienda a ti, eres el socorro del huérfano.

Señor, no te olvides

de los pobres.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Mateo (12, 14-21)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. Muchos lo siguieron y él curó a todos los enfermos y les mandó enérgicamente que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías:

Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi Espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea, hasta que haga triunfar la justicia sobre la tierra; y en él pondrán todas las naciones su esperanza.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexion

El modo de realizar esta misión se caracteriza por dos actitudes que no parecen las más propias de un líder: la humildad ("no gritará", "no voceará") y la mansedumbre ("la caña cascada no la quebrará"). En pocas palabras, el evangelio de hoy nos ofrece una síntesis sobre la identidad de Jesús y sobre el sentido más auténtico de su mesianismo.

Es muy probable que para algunos de vosotros estas categorías resulten bastante extrañas, pero a veces no hay más remedio que familiarizarse un poco con el lenguaje bíblico si queremos entrar en su contenido. Lo que en el fondo se nos dice es sencillo: Jesús no es un impostor que vive del cuento, sino un enviado de Dios. Su misión no consiste en establecer un nuevo sistema político sino en hacer que todos puedan vivir con la dignidad de hijos de Dios. Su estilo no va a ser la demagogia, la imposición violenta, la intriga o la impaciencia. Actuará con humildad, a ras de tierra. Esperará a que la más mínima semilla pueda germinar.

¿Es esta la imagen que tenemos de él?

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