martes, 9 de agosto de 2011

Lectura del Día

Primera Lectura

Lectura del libro del

Deuteronomio (31, 1-8)

En aquellos días, Moisés dirigió estas palabras a todo el pueblo de Israel:

“He cumplido ya ciento veinte años y me encuentro achacoso. Además, el Señor me ha dicho que no cruzaré el Jordán. El Señor, nuestro Dios, lo cruzará delante de ustedes; él destruirá a todos esos pueblos ante sus ojos para que ustedes se apoderen de ellos, y Josué pasará al frente de ustedes, como lo ha dicho el Señor.

El Señor tratará a los enemigos de ustedes como a los reyes amorreos Sijón y Og, y los arrasará como a sus tierras. Cuando el Señor se los entregue, harán con ellos lo que yo les he ordenado.

Sean fuertes y valientes, no teman, no se acobarden ante ellos, porque el Señor, su Dios, avanza con ustedes.El no los dejará ni abandonará”.

Después Moisés llamó a Josué y le dijo en presencia de todo el pueblo de Israel:

fuerte y valiente, porque has de introducir a este pueblo en la tierra que el Señor, tu Dios, prometió dar a nuestros padres; y les repartirás esa tierra. El Señor, que te conduce, estará contigo;él no te dejará ni te abandonará.

No temas ni te acobardes”.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Deuteronomio 32

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Voy a proclamar el nombre del Señor; den gloria a nuestro Dios, porque sus obras son perfectas.

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Acuérdate de los días remotos, considera las edades pasadas, pregúntale a tu padre y te lo contará, a los ancianos y te lo dirán.

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Cuando el Altísimo daba a cada pueblo su heredad y la distribuía a los hijos de Adán, trazó las fronteras de las naciones según el número de los hijos de Israel.

Bendice, Señor, a tu pueblo.

La porción del Señor fue su pueblo, Jacob fue su heredad. Sólo el Señor los condujo, no hubo dioses extraños con él.

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Evangelio

Lectura del santo Evangelio

según san Mateo

(18, 1-5. 10. 12-14)

Gloria a ti, Señor.

En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?”

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: “Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a .

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.

¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Reflexión

Cuando Mateo habla de los ‘pequeños’ se refiere a todas aquellas personas que viven su experiencia de Dios desde la simplicidad y desde la inmediatez de la vida cotidiana. La experiencia de fe no es exclusiva de profesionales de la religión, como los teólogos, pastores, presbíteros o religiosos en general, sino que es patrimonio del pueblo sencillo en cualquier lugar del mundo y en cualquier religión. En cada religión algunas personas se especializan en todo lo relacionado con esa experiencia de fe: Rituales, teología, representación institucional. Y, aunque la presencia de estas personas es importante, sin embargo, lo que hace que una experiencia religiosa crezca y se fortalezca es la sinceridad, dedicación y religiosidad de las personas comunes que profesan esos valores espirituales. El evangelio nos invita a guardar el equilibrio entre las exigencias institucionales y la experiencia sencilla, sabiendo que en todo momento la experiencia primaria se manifiesta en aquellos que acogen a Dios en la sencillez de su vida.

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