miércoles, 28 de abril de 2010

Lectura del Dia

= Miercoles 28 de Abril, 2010

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor

Vuelve, Señor, tus ojos a nosotros

Primera Lectura

Lectura del libro de los

Hechos de los Apóstoles

(12, 24—13, 5)

En aquel tiempo, la palabra del Señor cundía y se propagaba. Cumplida su misión en Jerusalén, Saulo y Bernabé regresaron a Antioquía, llevando consigo a Juan Marcos.

Había en la comunidad cristiana de Antioquía algunos profetas y maestros, como Bernabé, Simón (apodado el “Negro”), Lucio el de Cirene, Manahén (que se crió junto con el tetrarca Herodes) y Saulo. Un día estaban ellos ayunando y dando culto al Señor, y el Espíritu Santo les dijo: “Resérvenme a Saulo y a Bernabé para la misión que les tengo destinada”. Todos volvieron a ayunar y a orar; después les impusieron las manos y los despidieron.

Así, enviados por el Espíritu Santo, Saulo y Bernabé fueron a Seleucia y zarparon para Chipre. Al llegar a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial Salmo 66

Que te alaben, Señor,

todos los pueblos.

Aleluya.

Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.

Que te alaben, Señor,

todos los pueblos.

Aleluya.

Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.

Que te alaben, Señor,

todos los pueblos.

Aleluya.

Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.

Que te alaben, Señor,

todos los pueblos.

Aleluya.


Evangelio

† Lectura del santo Evangelio

según san Juan (12, 44-50)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado; el que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no siga en tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.

El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las palabras que yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así, pues, lo que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho”.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.


Reflexion

.Jesús no es Juez de nadie. En Jesús sólo hay
una
oferta de vida. Fuera de él tendremos lo que
tenemos:
sistemas adoradores del mercado libre
para quienes lo manejan y esclavizante para
quienes
lo sufrimos. Estamos frente al juicio de la
historia que
nos echa en cara el haber elegido la
injusticia, la
desigualdad, el dominio, derroche y súper
bienestar
de unos pocos a expensas de la miseria de las
mayorías. No es Jesús quien nos juzga. Nos
juzgan
nuestras opciones históricas personales y
sociales.
Y queda también juzgada, desenmascarada y en
crisis toda religión que sirva de ideología
justificadora
para cualquier sistema construido sobre el
egoísmo,
el lucro, la mentira y la muerte.. Qué
terrible juicio el
de la historia, el de los ojos de los/as
pobres y
excluidos, el de la naturaleza destrozada.
Pero en medio de la noche de la consecuencia de
nuestras pésimas opciones, nos llega la Palabra
esperanzadora: Dios nos ha dado a Jesús no para
condenarnos sino para salvarnos. Estamos en una
crisis sin precedentes en la historia y sin
embargo,
tenemos a nuestra disposición posibilidades
de un
mundo nuevo, urgente, necesario y que ya se está
construyendo. Debemos sumar esfuerzos.

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